La Navidad está a la vuelta de la esquina, y con ella, el clásico show de la economía creativa en los supermercados: lo que dice la góndola parece una oferta, pero lo que marca la caja parece una declaración de guerra. Es como si el ticket de compra viniera con soundtrack de suspenso: ¿será el precio real o un número de la quiniela? ¡A cruzar los dedos, señores!
Entras al súper con esperanza. “Hoy compro el pan dulce bueno, con frutas secas de verdad”, pensás. Lo agarrás de la góndola, donde dice $3.500, y te sentís un estratega financiero. Pero llegás a la caja y ¡PUM! $7.890. La cajera, con la mirada más fría que un freezer, te dice: “Ah, ese precio es de la semana pasada”. Entonces te preguntás: ¿qué soy, un viajero en el tiempo? ¿Tengo que venir el jueves pasado para pagar menos?. Los inspectores, fieles al espíritu de estas fechas, prometen controles «intensivos». Imaginate la escena: un ejército de chalecos fluorescentes recorriendo pasillos mientras miran las góndolas como si fueran detectives de CSI. Pero los precios se ríen en su cara: “Controlame, si podés”. Mientras tanto, el gerente del súper debe estar en la oficina dibujando precios como si fueran obra de arte moderna.
Y ojo, porque este tema tiene suspenso: a veces ni los empleados saben cuánto sale algo. Les preguntás por un pan dulce y te miran como si hubieras pedido la fórmula de la Coca-Cola. “Ah, eso depende… ¿Lo querés pagar hoy o en cuotas?”.
En fin, este año, cuando te toque hacer las compras de Navidad, no te olvides de llevar tu espíritu festivo, la calculadora, y tal vez un desfibrilador por si te pasás de presupuesto. ¡Felices fiestas y buena suerte en la góndola mágica! 🎄