«Hoy enterré muchas cosas”, dijo Florencia Molina de la Fuente al salir del juicio, “y entre ellas, a la mamá que me quiso condenar”. Un homenaje precoz al Día de la Madre… pero con lápida. Porque Florencia no sólo fue absuelta del escandalete de estafa a la Obra Social Provincia (el caso Garder, un clásico del choripán sin pan), sino que encima tuvo que defenderse ¡de su propia madre! Que no conforme con chorear con la firma de su hija, fue y la entregó como si fuera una promo de 2×1 en la vereda de Tribunales.
El juez Matías Parrón –que ya se debe haber fumado más causas raras que un VHS de X-Files– la absolvió por “beneficio de la duda”. Lo cual, en criollo judicial, quiere decir: “No tengo pruebas, pero tampoco tengo paz”.
Apenas escuchó el fallo, Florencia salió disparada como si el estrado hubiera explotado en fuegos artificiales. Abrazó a su viejo, que estuvo al pie del cañón desde el minuto uno, bancándola contra la madre que no sólo le choreó el nombre, la firma y la dignidad, sino que encima la mandó al muere sin pestañear. Todo muy normal para una madre que ama a su hija.
“Terminaron dos años y medio de tortura. Se dijeron cosas que no son. Yo laburo desde los 17. Nunca me hizo falta robarle a nadie para tener mis cosas”, dijo Flor, mientras las amigas la abrazaban como si acabara de salir de la cárcel en Guantánamo.
La madre, Marilina de la Fuente, fue condenada a tres años de prisión efectiva. No sabemos si le alcanzará para reflexionar, pero por lo menos va a tener tiempo para pensar en lo importante: que si vas a hacerte la estafadora, no metas a tu hija como coartada, que después no te llama ni para elegirte el geriátrico.