La ministra Laura Palma salió a vender la nueva Ley de Transporte como si fuera la promo del mes: “Con esto los sanjuaninos van a poder viajar más barato”. Claro, más barato, ahora cuando te agarren en falta las multas te harán llorar : la más leve arranca en 8 millones y monedas. O sea, te sale más caro olvidarte el registro que comprarte un Fiat Cronos 0km.
El proyecto elimina el alquiler de licencias de taxis y remises. Traducido: se acabó eso de heredar la licencia como si fuera la finca del abuelo. Ahora el que quiera manejar tiene que anotarse en el flamante Reprotran (que suena a app de citas para choferes, pero no, es un registro oficial). Te dan un “certificado personal e intransferible” que básicamente es como el carnet de socio del transporte: si no lo tenés, chau, te fajan con una multa que te obliga a vender el auto y la casa.
La ministra dice que esto “amplía la competencia” y que los sanjuaninos podrán “elegir cómo viajar”. Hermoso. Porque uno siempre sueña con la libertad de decidir si subirse a un taxi, un Uber, un colectivo apedreado o caminar para no endeudarse hasta el 2050.
Y para los que manejan Uber o Didi: respiren hondo, porque también tienen que anotarse en el Reprotran. Nada de andar haciendo fletes disfrazados de viajes. Ahora el Estado los quiere prolijitos, con seguro, carnet profesional y un autito que no sea modelo Titanic.
En resumen:
- Más competencia.
- Multas que cuestan un riñón y medio.
- Registro obligatorio.
- Y la promesa de que viajar va a salir más barato… salvo que te equivoques de papel y termines hipotecando hasta la bicicleta.