ISLAMABAD.- La crisis entre India y Pakistán por la disputada región de Cachemira escaló peligrosamente este miércoles, luego de que el gobierno paquistaní autorizara a sus fuerzas armadas a responder al ataque aéreo lanzado por Nueva Delhi el día anterior.
Según el Ministerio de Defensa de Pakistán, sus fuerzas armadas derribaron cinco aeronaves de las 80 que habrían violado su espacio aéreo: tres cazas Rafale de fabricación francesa, un dron y una quinta nave aún no identificada.
Las autoridades paquistaníes difundieron imágenes de restos metálicos en una zona montañosa del norte del país y calificaron la respuesta como “contundente y necesaria”. “Pakistán es un Estado responsable, pero defenderá su honor cueste lo que cueste”, declaró el vocero del Ejército, mayor general Ahmed Sharif Chaudhry. Añadió que la acción fue “proporcional, defensiva y precisa”, aunque los reportes no han sido verificados de forma independiente.
La orden fue emitida por el primer ministro Shehbaz Sharif tras una reunión de emergencia con su gabinete y el alto mando militar, en un contexto de creciente presión interna. La víspera, la Fuerza Aérea india había bombardeado supuestos campamentos de grupos rebeldes en suelo paquistaní, en lo que Nueva Delhi describió como un operativo contra “infraestructuras terroristas” vinculadas a Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba.
Sin embargo, Islamabad denunció que los ataques alcanzaron zonas residenciales y religiosas, incluyendo dos mezquitas. Las autoridades locales reportaron 26 civiles muertos, 46 heridos y el cierre de escuelas y oficinas públicas en varias zonas de Cachemira paquistaní y de la provincia de Punjab. “La llamada Operación Sindoor fue una agresión flagrante contra nuestra población”, denunció el canciller Ishaq Dar ante el Parlamento.
Desde la misma sede, el primer ministro Sharif acusó a la India de mantener vínculos con grupos armados como el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA) y los talibán paquistaníes del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP). “Nuestros enemigos no pudieron dormir”, dijo.
La India y Pakistán han librado tres guerras desde su independencia de Gran Bretaña en 1947, dos de ellas por el control de Cachemira. Si bien un alto el fuego firmado en 2003 logró reducir la intensidad del conflicto, los incidentes de esta semana marcan un preocupante retroceso.
“La decisión de Islamabad de autorizar oficialmente la respuesta militar indica un punto de no retorno en esta ronda de hostilidades”, advirtió Michael Kugelman, analista del Wilson Center de Washington. “A menos que intervenga rápidamente la diplomacia internacional, podríamos ver una guerra abierta en cuestión de días”.
Del lado indio, las autoridades en la Cachemira administrada por Nueva Delhi reconocieron que tres de sus aviones se estrellaron en la región, aunque evitaron confirmar que hayan sido derribados por misiles enemigos. Los pilotos fueron trasladados a hospitales militares, según indicaron fuentes oficiales.
Además de los ataques aéreos, ambos países intercambiaron fuego de artillería a lo largo de la Línea de Control, la frontera de facto en la región himalaya. El saldo provisorio es de al menos 34 muertos y decenas de heridos, con víctimas civiles en ambos lados.
En Forward Kahuta, una localidad paquistaní cercana a la línea fronteriza, un proyectil mató a dos hombres e hirió a varias mujeres y niños. En Poonch y Rajouri, del lado indio, las autoridades denunciaron que los bombardeos paquistaníes provocaron la muerte de siete civiles, entre ellos dos menores de edad.
En este clima de alta tensión, la India puso en marcha este miércoles una operación nacional de simulacros de defensa civil en más de 240 distritos del país, incluyendo las principales ciudades como Nueva Delhi, Bombay, Calcuta y Hyderabad. El ejercicio, denominado “Operación Abhyas”, busca evaluar la capacidad de respuesta del país ante ataques hostiles.
“El objetivo es fortalecer los mecanismos de preparación civil en todos los Estados y Territorios de la Unión”, señaló el Ministerio del Interior indio en un boletín difundido por la agencia ANI. El operativo incluye la activación de sirenas antiaéreas, apagones simulados, evacuaciones masivas, entrenamientos en escuelas y aldeas, y la coordinación de miles de voluntarios, brigadas de rescate y servicios de emergencia.
Este es el primer ejercicio de defensa civil de tal magnitud desde 1971, año en que ambos países se enfrentaron en una guerra abierta. Aunque las autoridades indias insisten en que la planificación del operativo comenzó antes del reciente estallido de violencia, su ejecución en este contexto refuerza la percepción de que el país se está preparando para una posible escalada.
La creciente tensión entre dos potencias nucleares encendió alarmas en las principales capitales del mundo. China, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos pidieron una desescalada urgente y llamaron a evitar una confrontación mayor.
“Esperamos que ambas partes ejerzan la máxima contención”, dijo el vocero de la ONU Stéphane Dujarric.
Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump calificó la situación de “muy grave” y reclamó una “resolución rápida” del conflicto. Washington mantiene canales abiertos con Nueva Delhi e Islamabad.
China, que comparte frontera con ambos países, expresó su “profunda preocupación” y se ofreció como mediador, mientras que Rusia instó a respetar los acuerdos bilaterales que regulan el estatus de Cachemira. “Condenamos el atentado terrorista del 27 de abril, pero ninguna respuesta debe violar el derecho internacional”, declaró la vocera de la cancillería rusa, Maria Zakharova.
Gran Bretaña también pidió contención. “Somos socios de ambos países. Urge restaurar la calma”, declaró el secretario británico de Estado para Negocios, Energía y Estrategia Industrial, Jonathan Reynolds.
La actual escalada entre la India y Pakistán comenzó con el atentado del 22 de abril en el valle de Baisaran, cerca de Pahalgam, en la Cachemira india.
Ese día, un grupo armado atacó a turistas hindúes que se encontraban en la zona, matando a al menos 26 personas e hiriendo a más de 20.

Los atacantes, que portaban carabinas M4 y AK-47, separaron a los hombres de las mujeres y niños, y les pidieron que recitaran el kalma (declaración de fe musulmana) para identificar a los no musulmanes antes de abrir fuego.
El grupo separatista Frente de Resistencia (TRF), vinculado a la organización pakistaní Lashkar-e-Taiba, reivindicó inicialmente el ataque, aunque luego retractó su declaración.
Este suceso ha sido calificado como el más letal contra civiles en la región desde los atentados de Bombay en 2008.
Agencias AFP, DPA y Reuters