La misoginia ha sido central para la identidad, el ascenso y el movimiento político de Donald Trump, pero ahora es central para su malestar, ya que el notable lanzamiento de la campaña de Kamala Harris lo ha frustrado y desconcertado.
Parte de su marca ha sido que incluso la grosería es mejor que cualquier cosa que insinúe siquiera un toque de afeminamiento.
Trump elogia a los autócratas (es decir, a los autócratas masculinos), llamándolos “fuertes”, “inteligentes” y “astutos”; incluso una vez describió a Kim Jong Un como “honorable”.
Seguramente, visiones de poder desenfrenado bailan en su cabeza.
Pero cuando Trump habla de mujeres que de alguna manera desafían su poder, su retórica destila sexismo.
La candidata presidencial demócrata a la vicepresidenta Kamala Harris habla en un mitin de campaña, el 10 de agosto de 2024, en Las Vegas. (Foto AP/Julia Nikhinson, Archivo)En los últimos días, se ha referido a Harris como “incompetente”, “desagradable” y “nada inteligente”.
A puertas cerradas, se dice que se ha referido a ella, repetidamente, usando la palabra B. (N de la R: Bitch)
En un artículo de 2022 para Foreign Affairs, las académicas de la Escuela Kennedy de Harvard, Erica Chenoweth y Zoe Marks, explicaron que el siglo XXI “está demostrando que la misoginia y el autoritarismo no son solo comorbilidades comunes, sino males que se refuerzan mutuamente”.
Las tendencias autoritarias y la misoginia surgen juntas, como lo ilustra, en el caso de Trump, no solo lo que dice a las mujeres y sobre ellas, sino también la forma en que su visión del mundo parece influir en algunas de sus posiciones políticas.
En parte, esperaba aprovechar la desigualdad de género (sus esfuerzos por desmantelar los derechos reproductivos y su apoyo a la histeria antitrans) para un segundo mandato.
La síntesis de la inclinación patriarcal de Trump es su mensaje implícito de que el status de los hombres, en particular los hombres blancos, está bajo ataque por el debilitamiento de su versión de las normas tradicionales de masculinidad y la creciente importancia de las mujeres y las minorías asertivas.
Esta es una de las principales razones por las que Harris lo ha desconcertado: su campaña —la de una mujer de color segura y optimista— es más o menos la antítesis de la suya.
Furia
Por eso Trump se ha enfurecido porque Joe Biden es una especie de caballo de Troya para Harris, lo que lo ha obligado a pasar meses, en vano, haciendo campaña contra el presidente en lugar de contra el vicepresidente.
Hasta ahora, se ha mostrado rígido y malhumorado, aparentemente incapaz de contener su furia por el hecho de que una mujer —esta mujer— esté amenazando una victoria que él creía asegurada.
En cierto modo, Trump ha estado recurriendo a un viejo manual para atacar a Harris, utilizando tropos sexistas que ya ha utilizado antes contra sus rivales y críticas femeninas, tropos que, lamentablemente, fueron más efectivos en 2016 contra Hillary Clinton, pero que ahora parecen gastados y lo hacen parecer más patético que poderoso.
El lunes, durante una conversación con Elon Musk transmitida por la plataforma social X, Trump calificó de “estafa” y “golpe de Estado” el reemplazo de Biden por parte de Harris en la candidatura demócrata.
Recordó todas las veces que Trump sugirió, o dijo abiertamente, que Clinton le había robado la nominación demócrata a Bernie Sanders.
En conjunto, es difícil no llegar a la conclusión de que, en la mente de Trump, la única forma en que estas mujeres podrían haber surgido como abanderadas de su partido y como sus rivales era como resultado de algún tipo de artimaña.
Y casi nunca pierde la oportunidad de soltar uno de sus comentarios sexistas, incluso cuando habla de política.
Durante su tercer debate, Clinton habló sobre cómo y por qué planeaba aumentar los impuestos a los estadounidenses más ricos como ella y Trump, y puntualizó su explicación con:
“Suponiendo que no pueda encontrar la manera de salir de esto”.
Su réplica no fue realmente una sorpresa:
“Qué mujer tan desagradable”.
Insultos
Como escribió en su momento mi colega de redacción Claire Cain Miller:
“Los insultos de los hombres a las mujeres poderosas cumplen una función particular, dicen los investigadores:
las reducen a la mínima expresión y contribuyen a generar incomodidad con las mujeres en el poder”.
Desde que Harris se convirtió en la candidata presunta de los demócratas, Trump se ha alejado constantemente de los temas que más preocupan a la gente para tomarse a la ligera ataques personales, a menudo superficiales, destinados a denigrarla, pero que solo ilustran su inseguridad.
Hacia el final de su discusión con Musk, Trump se quejó de que Harris estaba “sacando ventaja”, citando su reciente retrato de portada de la revista Time, que, según él, parecía ser demasiado favorecedor.
“Parece la actriz más hermosa que jamás haya existido”, dijo.
Esto viene de un hombre que, hace unos años, se reveló que había exhibido una portada falsa de Time con su rostro.
Todo esto apunta a la fragilidad de la pose masculina de Trump.
También expone su miedo:
una mujer de color, dos veces desfavorecida en el patriarcado dominado por los hombres blancos, está amenazando la posición de un hombre que se ha convertido en el tótem de ese patriarcado.
c.2024 The New York Times Company
