Un operativo policial digno de serie de Netflix —pero sin efectos especiales ni persecuciones en moto— sacudió tres barrios rawsinos el fin de semana. Los uniformados, que venían con la data fresquita después de meses de inteligencia (o de chusmeríos bien direccionados), allanaron viviendas en Villa Estornel, Villa Hipódromo y Villa Calandria.
¿El resultado? Un combo surtido: unos cuatro kilos de marihuana —suficientes para aromatizar medio barrio—, algunas dosis de cocaína, un arsenal de armas de fuego y municiones para rato. Si les daban unos días más, montaban un polígono de tiro con vista al baldío.
Todo bajo la mirada seria de la Justicia Federal, que venía oliendo pólvora y porro desde lejos. Por ahora no hay confirmación de detenidos, pero los sospechosos están «a disposición del juez», lo que puede significar cualquier cosa: desde estar declarando hasta viendo Netflix en su casa con tobillera.
La investigación sigue, los vecinos miran con atención, y los narcos, parece, van a tener que buscar nuevos hobbies. La Policía, mientras tanto, se anota un porotazo. Al menos esta vez, la historia no terminó con un “seguimos investigando” sin novedades por cinco años.