En pleno show de recorte presupuestario —esa especie de «stand up» libertario que ya ni Netflix quiere comprar— y después de la multitudinaria Marcha Federal Universitaria 2024, la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) se plantó. No con pancartas, sino con algo más temido por ciertos funcionarios: argumentos legales.
Mientras el presidente Javier Milei apuntaba su dedo flamígero contra las universidades públicas, acusándolas de esconderse de las auditorías como si fueran narcos financieros, desde la UNSJ le respondieron con una cucharada de realidad. O como diría Ricardo Coca, su secretario Administrativo Financiero: «Mucho ruido con eso de que las universidades no se dejan auditar… pero la realidad es otra». Y cuando un Coca te baja a tierra, es porque el globo viene muy inflado.
El Gobierno, con su puntería fina como escopeta de feria, enfocó su furia particularmente en la UBA. La acusó de manejar fondos públicos con más opacidad que una sociedad offshore, y prometió auditorías «profundas». Tan profundas que, al parecer, cayeron en un pozo sin fondo. Porque hasta ahora, lo único auditado fueron los tuits de los funcionarios.
Desde San Juan, Coca tiró la ley sobre la mesa como si fuera un as de espadas: «Las universidades son creadas por ley del Congreso, y el único órgano competente para auditarlas es la AGN, no el Ejecutivo». En otras palabras: Milei podrá tener motosierra, pero no tiene jurisdicción.
El entuerto no es contable, sino jurídico. La UBA le dijo “ni loco” a la SIGEN, esa oficina que depende del Poder Ejecutivo, y se aferró a la AGN, que aunque ahora parece más fantasma que órgano de control, es la que manda. El problema: la AGN está más vacía que aula en vacaciones de invierno. De sus siete miembros, sólo queda uno, y no es el del medio: es Juan Manuel Olmos, presidente y náufrago institucional.
Y mientras el Congreso duerme la siesta y no nombra a nadie, las universidades siguen su vida entre fotocopias, becas y rendiciones eternas. “La UNSJ es auditada todos los días”, aseguró Coca, como quien dice: nos revisan tanto que si gastamos un clip, aparece en Google antes de que lo usemos.
Así que no, señor Presidente, las universidades no son cuevas oscuras donde se esconde el oro libertario. Son tan transparentes que hasta publican sus gastos con código QR. El problema no es que no se dejen auditar. El problema es que el Gobierno quiere auditar con instrumentos que no le corresponden. Y eso, para ser sinceros, no es una auditoría: es un allanamiento con TikTok en mano.