Momento de alta tensión, drama y un guion digno de una película clase B se vivieron ayer en la Seccional 6ta de Rawson, cuando un grupo de reos decidió amotinarse en reclamo de mejores condiciones. Entre sus demandas estaban el derecho a quemar colchones y ropa de cama (una forma poco convencional de exigir confort) y la posibilidad de autolesionarse (porque nada dice «necesitamos mejoras» como agredirse a uno mismo).
El episodio ocurrió alrededor de las 16 y contó con la entusiasta participación de 10 detenidos, aunque tres de ellos fueron identificados como los cerebros de la operación. Y, por supuesto, las exigencias eran imposibles de cumplir. Según fuentes policiales, los rebeldes pretendían comodidades más cercanas a un penal de máxima seguridad que a una comisaría, lo que demuestra que la clientela es cada vez más exigente.
Ante la gravedad del asunto, las autoridades decidieron llamar a la Guardia de Infantería para enfriar los ánimos y restablecer el orden. La estrategia funcionó, aunque tres de los revoltosos terminaron con pasajes de cortesía a otras comisarías. Gonzalo Contreras (19), experto en robo, y Santiago Juárez (24), maestro en hurto, fueron trasladados a la Subcomisaría Médano de Oro. Mientras tanto, Lucas Reynoso (33), que tenía el privilegio de estar a disposición de la Oficina de Medidas Alternativas (OMA), fue derivado a la Comisaría 36.
En definitiva, un motín que terminó en un práctico «redistribuir presos», pero sin mejoras en el catering ni en el servicio de habitaciones.