Para el Gobierno de Javier Milei, las cosas mejoraron. Según los números del INDEC, en el segundo semestre de 2024, 6,9 millones de personas salieron de la pobreza. Pero en San Juan, la Iglesia ve otra realidad. Y no es para nada alentadora.
El que encendió la alarma fue el arzobispo Jorge Lozano, que desde Cáritas ve cómo cada vez hay más gente pidiendo comida, y menos ayuda para dar. “Antes recibíamos 600 módulos alimentarios por mes. Ahora nos llegan 250. El gobierno provincial hizo un esfuerzo para cubrir parte de esa baja, y el resto lo pone la comunidad como puede”, explicó.
El recorte no pegó solo en Cáritas. Muchas organizaciones sociales se quedaron sin apoyo y cerraron sus comedores. El resultado: más personas se vuelcan a los espacios que aún están abiertos. “La mayoría son niños y abuelos. Y la necesidad no afloja”, dijo Lozano.
Pero lo que más preocupa es la gente que duerme en la calle. Desde hace meses, la Iglesia organiza viandas tres veces por semana. Reparten unas 120 cada jornada. “Y no alcanza. Hay más personas que la están pasando mal, y no llegamos a todos”, contó.
Existen otros espacios que dependen del Estado, como la Casa Papa Francisco o Madre Teresa, pero tampoco dan abasto. “Esto no es una estadística. Es abrir un comedor y ver cuántos vienen. Y vienen muchos. Demasiados. No hay que salir a buscarlos”, sentenció el arzobispo.