El Gobierno libertario se propuso como gran objetivo sacar en octubre 52 diputados y 12 senadores. Hermoso. El problema es que esos números no asustan ni a la recepcionista del Congreso. Comparados con las legislativas de Néstor Kirchner y Mauricio Macri, son tan imponentes como un perro salchicha ladrando detrás de un portón.
Después de siete elecciones provinciales, el partido de Javier “Leóncito de TikTok” Milei avanza más lento que “La Libertad Avanza” como hashtag en el conurbano profundo. En CABA, donde los votantes hacen yoga con paltas, les fue bien. En el resto del país, los libertarios cosechan cachetazos con entusiasmo. En provincias como Santa Fe, Jujuy, Salta o Misiones, se ubicaron en posiciones tan marginales que los fiscales tuvieron que usar lupa para encontrarlos en las boletas.
En Chaco se camuflaron en la lista de un gobernador local, cual perro callejero que se mete en una boda para robar canapé. En San Luis, apenas rasguñaron dos bancas: una para sentarse, otra para poner el mate.
¿Y en las legislaturas? Hay más poder en el grupo de WhatsApp de vecinos que organiza la feria del barrio. En Salta: 6 de 60. En Jujuy: 7 de 48. En Chaco: 2 de 32. En CABA: 13 de 60. Con ese “poder”, Milei puede proponer cambiar el himno, pero no lograr que se lo canten ni los diputados propios.
Caputito (alias Santiago Caputo), el gurú silencioso, dice que el verdadero objetivo es octubre. Quieren arrasar. Pero hasta ahora lo único que arrasaron fue la paciencia del Congreso. Sueñan con dejar de mendigarle votos al PRO y a la UCR. Spoiler: si lo logran, hay más chances de ver a Espert en una murga que una ley libertaria pasando por ambas cámaras.
Comparan su futuro con el pasado de Kirchner y Macri. Néstor en 2005 clavó 38,6% y se llevó 61 diputados y 16 senadores. Macri en 2017 hizo 41,7% y se llevó lo mismo, con la diferencia de que él creía que era Churchill con jogging. ¿Milei? Si no pasa los 30, va a tener que gobernar con los votos de sus tuits.
🦁 Milei en Europa: de la Biblia al reviente, pasando por el Papa
El Presidente está de gira europea. En Italia firmó un acuerdo energético. Bien. En el Vaticano, se encontró con el Papa León XIV (versión apócrifa, pero suena más teocrático). Todo normal. Pero llega a España y entra gritando: “¡Muerte al socialismo!”. Como si fuera un villano de los Thundercats en un simposio de abuelas.
Pedro Sánchez, presidente socialista, seguramente pensó: “¿Lo invitamos a hablar de economía o vino a hacer stand up con napalm?”.
Tremenda jugada diplomática: insultar al país anfitrión frente a empresarios europeos. Igualito a San Martín, pero con peluca y gritos.
Recordemos que en España viven más de 400 mil argentinos que se rajaron del país por culpa de… bueno, de todo. Milei los visita y les desea la muerte a las ideas que les dieron laburo y estabilidad. Qué nivel de agradecimiento. Es como que te den techo y comida, y vos les prendas fuego el living mientras gritás “¡Viva la libertad, carajo!”.
🎭 Cristina en la mira, Milei en el jet, y Victoria en el sillón prestado
Mientras Javier juega a ser el rockstar de la libertad por Europa, Cristina Kirchner está por recibir el regalo que nadie quiere: una condena firme de la Corte Suprema. Todo indica que podría terminar presa. Domiciliaria, obvio. Pero presa al fin. Chau reelección, chau candidatura. Y quizás, chau libertad.
¿Y quién queda en el poder esta semana? Victoria Villarruel, la vice que Milei ignora con la misma intensidad con la que ignora el equilibrio institucional. Ya ni la saluda: si entra a una habitación, él sale por la ventana. Pero ahora ella se pone la banda y, casualmente, justo esta semana, puede definirse el destino judicial de Cristina. ¿Qué puede salir mal?
⚰️ Conclusión: Milei quiere ser Churchill, pero por ahora es un streamer en gira
El mileísmo sigue apostando a octubre con la esperanza de romperla. Pero hasta ahora, lo único que rompe es el silencio en foros internacionales. Aspira a superar a Macri y a Kirchner, pero no supera ni la fase de grupos de la política real.
Las provincias lo ignoran, los aliados lo esquivan, y el Congreso lo sopapea con modales. ¿Triunfo en octubre? Quizás. Pero si el viento no cambia, el único aluvión que veremos será de memes.