Detrás del asedio de Nicolás Maduro a la residencia de la embajada argentina en Caracas y la amenaza de que puede entrar violentamente al edificio y llevarse presos a los seis colaboradores de María Corina Machado que están asilados allí desde marzo por orden de Javier Milei, se pueden leer varios elementos. Algunos son preocupantes.
Se descuenta de por sí el accionar violento de la dictadura venezolana que ya con el asedio a la sede está violando inmunidades diplomáticas que serían más violentas aún si sus fuerzas entran a la misma.
Es bien nítido el apoyo de Milei a la democratización de Venezuela. Mientras Brasil, México y Colombia mantuvieron posiciones más laxas, Argentina se puso a la vanguardia de la denuncia al chavismo. Fue un giro de 180 grados frente a la complicidad del kirchnerismo.
Sin embargo, hay que sacar a relucir los serios errores que vuelve a cometer un presidente enamorado de las redes sociales, lo que resulta un peligro tremendo para la diplomacia, y concentrando también en los halagos a su persona como figura internacional antes que eso mismo se corresponda con ciertas responsabilidades.
La crisis con el chavismo vuelve a mostrar que Milei puede sentirse uno de los dos líderes más importantes del mundo, como según dijo le expresó la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada, pero la realidad es que Argentina es un país de poca importancia en el mundo, y Milei, aunque es un influencer del ultraliberalismo, no tiene interlocutores de nivel internacional capaces de presionar por un lado a Maduro y por el otro disminuir el impacto de sus represalias.
Ningún país de los que critica la victoria que se adjudica Maduro en las elecciones del 28 de julio pasado, ninguno de los que no reconoció su triunfo, y ninguno de los que reconoce al opositor Edmundo González Urrutia -delfín de Machado- fue tan castigado como Argentina por Maduro.
Y Milei fue funcional al dictador al convertir las redes en su campo de batalla verbal para su tribuna, pero sin evaluar el impacto real de ese discurso. Lo mismo hizo con Lula, quien paradójicamente le cuida la embajada, la residencia y los asilados.
Así, nuevamente, como lo tuvo que hacer en otras oportunidades, la canciller, Diana Mondino, debió salir este viernes a apagar los incendios de Milei, otra vez con Lula como aliado. La canciller, desgastada por algunos traspiés propios, pero a su vez, porque la Presidencia le intervino a sus diplomáticos para moldear a su tono los discursos, habló el viernes ante el Foro de Madrid, un espacio que auspicia el ultraderechista Vox, y donde el día anterior Milei había llamado «tirano» a Lula Da Silva al ponerse incondicionalmente del lado de su aliado Elon Musk en su pelea con un juez de la Corte Suprema de Justicia brasileña que prohibió el uso de la plataforma X desde Brasil.
A lo largo de dos días de frenéticos tuits y peleas de distinto orden -una de ellas con Cristina Kirchner- Milei llegó a retuitear mensajes de sus agresivos fanáticos que llamaron «socialista» «corrupto» y «dictador» al jefe de Estado de Brasil, que le está cuidando la embajada argentina en Caracas.
No es la primera vez que Milei lo llama así al presidente del principal socio comercial y vecino de la Argentina. Para el caso, lo ha dicho él mismo sin recurrir al posteo de opiniones de terceros, causando enormes momentos de tensión.
Así, después de todo eso, con aval presidencial en el Foro de Madrid de Buenos Aires, frente a los alaridos contra Lula, Mondino pidió una aplauso para Brasil. Claro, no alcanzó para nombrarlo al Lula, que, claro está, tiene innumerables problemas internos y errores externos, pero para con Argentina sigue practicando lo que en su país llaman “la paciencia estratégica”. En las redes, eso no se entiende.