Llegó Mariel. No Eva. Mariel. Esa dirigente kirchnerista reciclada en “compañera con cargo”, que entre matecitos con piqueteros y fotos con intendentes, pretende revivir la llama peronista con una fotocopia vieja del manual de Perón y una sonrisa militante que no convence ni al loro del PJ.
La intendente de Moreno —ese distrito que es un experimento sociológico entre el abandono y el clientelismo— vino a San Juan a vender humo doctrinario en frasquitos con moño celeste y blanco. Dijo que quería “fortalecer los vínculos”. Claro, vínculos. Porque votos no le quedan ni en su municipio, donde la gestión es más invisible que un unicornio en la CGT.
Se sentó con ocho intendentes peronistas de la provincia. Ocho. Los últimos mohicanos de un peronismo que ya no sabe si gritar “¡Viva Perón!” o pedir pista en La Libertad Avanza. Almorzaron. Seguro hablaron de “territorio”, “resistencia” y “el pueblo que no se rinde”. Pero se cuidaron de mencionar inflación, pobreza estructural o cómo el kirchnerismo arrastró al peronismo a un abrazo mortal con la decadencia.
Después presentó un libro de doctrina peronista. En serio. Un libro. Porque claro, nada dice “transformación social” como un PDF impreso con frases de Perón que ya no se aplican ni al peronismo actual, menos aún a una sociedad que cambia TikTok por el noticiero.
Mariel dice representar al Movimiento Evita. Pero más que Evita, parece una influencer del derrumbe político, vendiendo retazos de relato mientras gestiona un municipio que no da pie con bola. Eso sí: se pasea con tono sacerdotal, como si su militancia la canonizara. Pero ni el Vaticano la aceptaría: demasiada rosca, poca fe.
La gira por San Juan fue eso: otra parada en la tournée de la “resistencia kirchnerista”, que todavía cree que con un par de actos, una empanada y dos tuits, puede resucitar un modelo que ya no emociona ni al más nostálgico de Puerta de Hierro.
En resumen: Mariel vino a bendecir cadáveres políticos, repartir abrazos de cartón y leer doctrina como si el país no estuviera ardiendo. Y los intendentes, disciplinados, le prestaron la oreja. Total, mañana vendrá otro mesías a vender otra épica… y ellos seguirán ahí, con el plato listo.