Era un partido especial para los referentes. Para esos tipos grandes, de trayectoria, aquellos que tienen que dar la cara en los momentos clave. Aunque hubo uno de ellos, recién llegado, que tomó la voz cantante en la previa. Agustín Marchesín siempre soñó con jugar el Superclásico. Lo manifestó el viernes, cuando compartió la conferencia de prensa de la Liga Profesional con Lucas Martínez Quarta. Hincha de Boca, admirador de Carlos Fernando Navarro Montoya, había jugado al límite en sus declaraciones, relativizando la final de Madrid. El arquero no pasó inadvertido en el Monumental. Fue héroe y villano. Mezcló grandes atajadas con parte de responsabilidad en los goles y protagonizó una pelea con Miguel Borja.
“Dale, dale, dale… Los primeros minutos, eh. Hay que aguantar los primeros quince minutos, después se caen a pedazos”, fue la arenga del arquero a sus compañeros, justo cuando se disponían a salir del túnel. Marchesín parecía tener claro el partido. No obstante, el dominio de River se extendió mucho más que ese cuarto de hora. Y le dio trabajo. Primero, tapó dos disparos: un cabezazo de Martínez Quarta a la salida de un córner de Kevin Castaño, otro de Germán Pezzella y un remate de media distancia de Giuliano Galoppo que controló sin problemas. Entonces, llegó el tiro libre de Franco Mastantuono.
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¿Fue culpa del número uno o una genialidad del joven enganche de River? Es cierto que llegó tarde a la pelota y no atinó a volar; también, que el disparo superó la barrera y bajó con violencia. Era difícil de atajar, pero quedó retratado en el golazo que abrió el Superclásico.
Después, evitó el segundo cuando Enzo Pérez dejó a Sebastián Driussi mano a mano. Aunque su mejor intervención fue antes del gol. El arquero de 37 años metió un guantazo para tapar el cabezazo de Pezzella, a partir de otro tiro de esquina del colombiano. Esa jugada terminó en un contragolpe que pudo ser el empate de Boca.
Lo logró un rato más tarde Merentiel, pero River consiguió ponerse nuevamente en ventaja en el final de ese vertiginoso primer tiempo. Y Marchesín tuvo una gran responsabilidad. Es cierto que Advíncula no pudo cerrar para evitar el centro de Marcos Acuña. También, que ni Marcos Rojo ni Rodrigo Battaglia pudieron rechazar. Driussi cabeceó a quemarropa, el arquero dio rebote y su reacción fue muy poco ágil, lo que permitió que el delantero pudiera empujarla con el arco a su merced.
“DALE LOS PRIMEROS 15 MINUTOS, DESPUÉS ELLOS SE CAEN A PEDAZOS”.
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Los jugadores de River, incluso los del banco de suplentes, corrieron a celebrar con Driussi. Entonces, tuvo un cruce con Borja. “Golpeador de nenes, le pegás a tus hijos”, le gritó Marchesín al colombiano, en referencia a la situación que el “9”, quien en octubre del año pasado fue denunciado por violencia familiar. Se trató de una acusación que luego fue desestimada y hasta estuvo cerca de desencadenar un conflicto legal con el colegio de Canning donde asistían los pequeños. El delantero reaccionó y fue amonestado por Nicolás Ramírez.
En el segundo tiempo, Marchesín no tuvo tanta acción en su primer Superclásico, el que recordará por tratarse de su debut, pero lamentará por la derrota y su carga en los goles millonarios.