En la mismísima San Juan, donde el sol brilla más que la pelada de un político en campaña, las aves autóctonas han llegado a su límite. ¡Se han hartado de ser el plato principal de cazadores furtivos con menos escrúpulos que un vendedor de enciclopedias! ¡Y han declarado la guerra!
Ezequiel Salomón, Director de Conservación y autoproclamado «Defensor de las Alitas», ha emitido un edicto real digno de un rey medieval: «¡Comerciantes de San Juan, les doy 60 días (o menos, si me da la chiripioca) para deshacerse de esas TRAMPERAS¡Si veo una sola más, los obligaré a escuchar reggaetón hasta que les sangren los oídos!». Se rumorea que la amenaza es tan seria que algunos comerciantes ya están quemando tramperas en plazas públicas como si fueran Ninots de las Fallas Valencianas.
Pero no teman, ciudadanos, ¡la Ley está de nuestro lado! La Ley N.º 606-L (creada por un tipo llamado seguramente «L»), y la Ley N.º 607-L (¡la secuela, aún más emocionante!), prometen castigar a los infractores con multas tan astronómicas que podrían comprar un satélite o enviar a los cazadores furtivos a olerle las patas al invicto mental de Luis D´Elía. ¡Y no olvidemos el arresto! ¡60 días encerrados! Eso es suficiente tiempo para aprender a hacer esculturas de origami con envoltorios de alfajores y arrepentirse de sus pecados por tener varios nidos abiertos sin que lo sepan las esposas.
¡Y agárrense de sus pelucas porque aquí viene lo mejor! ¡Este fin de semana, los agentes de la Secretaría de Ambiente, más intrépidos que Indiana Jones buscando el Arca Perdida, han descubierto una conspiración digna de Hollywood! ¡17 actas por caza furtiva! ¡17! ¡Eso es más que el número de veces que lo cachetearon a Rapphina en Brasil después de la derrota 1 a 4 contra Argentina Y, para colmo, ¡25 perros galgos convertidos en cómplices! ¡¿Es que nadie piensa en esos adorables lomitos?! ¡Probablemente, los están alimentando con sobras de asado de cuatreros cauceteros, (Los mejores, satisfacción garantizada).
Salomón (Vestido a lo Gral. Patton), dijo «¡Nos apostamos en lugares estratégicos, como si fuéramos francotiradores de la fauna, listos para saltar sobre ellos y hacerles cosquillas hasta que confiesen! ¡Y rescatamos aves! ¡Aves con problemas de autoestima, plumas desordenadas y ganas de demandarnos por ‘daños y perjuicios aviares’!
Así que ya lo saben, queridos sanjuaninos: si ven una trampera, ¡no duden en gritar «¡ALTO AHÍ, TRAMPERA MALVADA!» y llamar a las autoridades! ¡Conviértanse en los superhéroes que San Juan necesita! ¡El futuro de las aves, de los perros galgos y del universo entero depende de ustedes! (Y, por favor, no les den café a los galguitos. Podrían volverse adictos y organizar carreras ilegales de trineos tirados por ardillas.