En una provincia donde algunos todavía preguntan si la “boleta única” es un sándwich,
En una provincia donde algunos todavía preguntan si la “boleta única” es un sándwich, San Juan se prepara para votar como en el siglo XXI, con una hoja A4 y un fibrón que parece salido del estuche de un profesor de plástica.
Este año, las elecciones legislativas traen una novedad que promete menos confusión, menos papelerío y menos trampas de entrecasa. ¿La idea? Usar una sola hoja para todos los candidatos. Un solo papel. Una sola cruz. Y, para los nostálgicos, ni sobres, ni cuartos oscuros, ni pilas de boletas para sacarle fotos y mandarlas por WhatsApp al puntero de turno.
El secretario electoral, Edgardo Benítez, explicó el método con la seriedad de quien intenta enseñarle origami a un gato: «El elector recibe la boleta, pasa detrás de un biombo, marca su preferido con un fibrón indeleble (sí, ese que mancha para siempre) y la dobla como si fuera una carta de amor frustrado antes de meterla en la urna».
Adiós a las épicas recorridas por el cuarto oscuro, revolviendo papeles como quien busca figuritas repetidas. Y también se termina el viejo truco de «mirá cuántos votos metieron los peronistas o los libertarios en esta mesa», basado en la pila de papelitos.
Eso sí, no se ilusionen con que el recuento será más rápido. Según la Secretaría Electoral, la transparencia exige tomarse su tiempo, como cuando uno revisa los mensajes antes de mandarle un “te extraño” a un ex.
Para que nadie meta la pata, se capacitará a las autoridades de mesa un mes y medio antes del acto electoral. Y habrá una campaña informativa para los votantes, porque, admitámoslo, hay quienes todavía preguntan si se vota “con birome o con lápiz”.
En resumen: se viene una elección más limpia, más práctica y —con suerte— menos trucha. Y si no gana tu candidato, al menos te llevás el recuerdo de haber votado con un fibrón gigante. Algo es algo.