la Subsecretaría de Trabajo se puso el traje de árbitro y, como de costumbre, ordenó la conciliación obligatoria, esa herramienta mágica que no resuelve nada a largo plazo pero sí patea la pelota un par de días. Este conflicto entre los choferes y la patronal se parece a una novela con capítulos repetidos: la UTA anuncia medidas, la patronal protesta, el Gobierno mete la conciliación obligatoria, y todos actúan sorprendidos, como si no pasara lo mismo cada vez que se acerca un fin de semana largo.
Los choferes querían reducir el horario de servicio de 7 a 20, una medida que hubiera dejado a más de uno haciendo malabares para llegar a trabajar o volver a casa. Pero la Subsecretaría de Trabajo se puso el traje de árbitro y, como de costumbre, ordenó la conciliación obligatoria, esa herramienta mágica que no resuelve nada a largo plazo pero sí patea la pelota un par de días.
El resultado: la medida de fuerza queda congelada, los empresarios siguen sin saber cómo van a pagar los sueldos, los choferes siguen esperando mejoras y los pasajeros… bueno, los pasajeros seguirán rezando para que el colectivo pase y no los deje plantados en plena ola de calor.
Mientras tanto, la audiencia entre las partes está fijada para este viernes a las 10. ¿Se llegará a un acuerdo o estamos ante el tráiler de otro capítulo de la saga «El Transporte en Llamas»? Se abren las apuestas.