Y un día, San Juan hizo historia: la fuerza policial tiene por primera vez una subjefa mujer. Se llama Cintia Álamo y, según parece, viene con toda la intención de que la fuerza deje de parecer una película de los años 80 con balas de salva, y empiece a parecerse un poquito más a una institución del siglo XXI. ¡Ya era hora!
Álamo no viene a patear puertas, pero sí a patear escritorios. Dice que quiere desburocratizar, que no puede ser que ir a una comisaría sea más lento que trámite de ANSES con feriado largo. ¿Y quién no ha sentido que denunciar un robo es como anotarse en el padrón de beneficios jubilatorios? Ella lo sabe, y lo quiere cambiar.
Otra cosa que quiere hacer es acercarse a la comunidad. ¡Atención! La policía quiere estar más cerca, pero no con el viejo método de parar motos por el color de la gorra. No, ahora la cercanía viene con “prevención, escucha y contención”. Una mezcla entre vecinalismo zen y CSI San Juan. ¡Namasté y detonado!
También dice que los jefes de comisaría van a salir a los barrios. ¡Aleluya! A ver si pisan el asfalto, sienten el calor del barrio y no solo el del aire acondicionado. Quiere que dejen de ser hologramas con uniforme y se conviertan en vecinos que combaten la venta de faso en vez de preguntar si tenés el ticket de la bici.
¿Y la inteligencia criminal? Parece que la van a usar. ¡Aleluya doble! Porque hasta ahora era más bien inteligencia imaginaria: mucha cámara de seguridad que no funciona, mucho domo que parece OVNI, y poca respuesta cuando te afanan el celular.
Eso sí, Álamo aclaró que acá no hay crimen organizado. Claro, lo nuestro es más caserito: el “raterito gourmet”, el “chorro de ocasión” y el “carterista romántico”. Somos una provincia de artesanos del delito. Made in San Juan.
En resumen: llegó una mujer a la plana mayor, y con ella, la promesa de que la policía deje de ser de hombres en la plana mayor, y empiece a parecerse a una fuerza de seguridad con empatía, reacción y, por qué no, con mucha mucha autoestima.
Bienvenida, comisaria Álamo. Le deseamos lo mejor. Y si logra que un comisario sonría, y un trámite se resuelva en 20 minutos, será una alegría total para la provincia.