Santiago Tanque Silva nunca fue a un psicólogo. «Por suerte, siempre tuve esa resiliencia para afrontar las dificultades por mi cuenta», sentencia. En su antebrazo derecho tiene tatuada una palabra que no le hace falta ver para recordar: «Actitud». Resume a la perfección su forma de ser. «Es la diferencia entre un buen y mal dÃa», explica. ¿Complicaciones? Resulta imposible no recordar los 697 dÃas en los que fue marginado de las canchas, a sus 39 años, por dar positivo en un control antidoping como consecuencia de un tratamiento de fertilidad que estaba llevando adelante, en 2019.
Por momentos, pareciera olvidar que es el máximo goleador uruguayo del fútbol argentino, con más de 140 goles convertidos, por encima de Enzo Francescoli (137), Manteca MartÃnez (87), Walter Gómez (77) o Antonio Alzamendi (43). El Tanque lo logró con la particularidad de haberlo hecho vistiendo la camiseta de 10 clubes diferentes de Primera División, dejando un grato recuerdo en cada uno de ellos, junto a un sinfÃn de celebraciones de gol atÃpicas, fieles a su personalidad en una cancha.
-¿Siguen existiendo jugadores de tu estilo en el fútbol argentino?
-Ese tipo de jugador escasea, no existe. Hay mucha gente joven ahora, es difÃcil. Es difÃcil construir y la frustración viene en seguida… frustración de no ganar, por malos resultados, por lo que generan las redes sociales y el entorno del fútbol.
–¿Vos podrÃas forjar el mismo camino en la actualidad?
-Me costarÃa mucho más, muchÃsimo me animo a decir. Recién hoy me di cuenta que no es fácil lo que hice, con los años recién dimensiono del todo. Más allá de haberlo construido por mi forma y mi manera, creo que hoy no se valora tanto estas cosas porque el fútbol ya es mucho más dinámico, con muchos jóvenes y ya cuesta cosechar algo importante, la mayorÃa de ciclos son rápidos.
A sus 43 años, el Tanque extraña «todo» lo que conllevaba la tarea de luchar contra defensores y discutir a los gritos con árbitros. Su temple le exige adrenalina corriendo por su sangre. Para apaciguar su nostalgia hacia las canchas, mientras reside en España, tuvo la fortuna de encontrarse con un nuevo proyecto que lo entusiasma y le permite centrar sus pensamientos futboleros en otro lado, aunque no del todo. «Es muy difÃcil encontrar algo igual a lo que me dio el fútbol, extraño la presión. Yo amo al fútbol y quedó un vacÃo al no estar jugando profesionalmente. Pero bueno, ahora apareció todo esto», le cuenta a ClarÃn a través de una videollamada.
«Esto» es el lugar desde donde atiende a este diario, en un ambiente rodeado de botines enmarcados. No está en un museo, sino que nada menos que en su propio restaurante, llamado «Silvando», abierto al público desde fines del año pasado y ubicado en la ciudad española de Málaga. Se trata de la forma que el inoxidable uruguayo encontró para «seguir ligado a la pelota» y mantener viva su pasión.

El mundo gastronómico siempre fue del interés de Silva. Todo tiene su génesis a partir de su gusto por «salir a comer con amigos o familia». Pero, fiel a su estilo, el Tanque no va de la mano con las cuestiones tradicionales. Es por ello que eligió que Silvando, además de especializarse en comida rÃoplatense, también haga las veces de museo futbolero, en donde se exhiben un centenar de botines, recortes de diarios que resuman su carrera y más de 200 camisetas que coleccionó durante los últimos años. Desde una casaca y botines de Messi o Cristiano Ronaldo hasta de jugadores del ascenso argentino, aunque admite «que es imposible elegir un artÃculo favorito porque pertenecen a personas que dejaron la vida para llegar a donde llegaron».
«Antes tenÃa toda la colección en mi casa. Entonces me dije a mà mismo de darle un valor extra, de presentarlo y mostrarlo, aunque cuando llegamos a España no tenÃa esta idea en la cabeza. Sé que es difÃcil encontrar un restaurante de este tipo, donde un jugador exponga todas sus cosas. Es una innovación y por ese lado fue la idea«, manifiesta Silva durante el tiempo libre en el que no debe atender comensales ni estar dentro de la cocina, regulando la forma en que su chef, de origen tucumano y «especialista en empanadas», lleva adelante su trabajo.
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En «Silvando», el ex futbolista ofrece la chance de disfrutar de un plato de comida rodeado de indumentaria perteneciente a figuras mundiales.
En un principio, la mudanza que los Silva emprendieron hacia Málaga se veÃa propulsada bajo la intención de cumplir «un sueño familiar«, de comenzar un nuevo ritmo de vida. Pero a la vez, el Tanque no puede decirle que no a la redonda, necesita siempre sentirse cercano al fútbol. Es por ello que en la respuesta a la pregunta del millón no le cierra las puertas a su propia ilusión de verse nuevamente al lado de una pelota.
-No me considero retirado, pero entiendo que uno ya está grande y es muy difÃcil que vuelva a jugar a la Argentina, por ejemplo. Uno entiende la realidad, si bien también entendÃa a lo que venÃa a España, que era por un sueño familiar que tenÃamos desde hace mucho tiempo. SabÃa que acá el nivel iba a ser diferente, tanto por mi edad, como porque nunca jugué en España.
-¿Una oferta desde Argentina puede modificar los planes en Málaga?
-Estoy abierto a ofertas, pero prioricé estar cerca de la familia cuando me mudé a España. Yo sigo entrenando como siempre. Si es por mà juego hasta los 50 años, pero soy consciente que por la edad y lugar de residencia se complica. Si estuviera en Argentina posiblemente podrÃa jugar en equipos del ascenso. Entonces no sé en que punto me encuentro exactamente de mi carrera.
«A mà me tuvieron encerrado dos años«, explica el Tanque el motivo por el que se quedó con ganas de seguir gritando goles. Y explica por qué está para jugar «más tiempo»: «Soy como cuando guardás un vino por dos años: cuando lo abrÃs te das cuenta que está mucho más bueno«.

Todo retorna a aquella sanción que lo marginó del fútbol por dos años, desde el 2 de agosto de 2019, cuando vestÃa la camiseta de Argentinos Juniors. Fue allÃ, donde Santiago, luego de semanas de incertidumbre ya alejado de las canchas, recurrió a su lema de vida: «TenÃa que vivir como juego: con actitud«.
«La situación del doping fue muy complicada porque me tocó a mà y mi familia. Después de repetirme tantas veces ‘¿Por qué a mÃ?’, me di cuenta que no hice nada malo y fui contra todo. EntendÃ, sin saber lo que me estaba pasando, que no tenÃa nada que ver. No me iba a dejar ensuciar por nadie, entonces como soy siempre transparente, tuve que salir a hablar con todo el mundo a decir la verdad», recuerda Silva.
Y agrega: «Lo que pasa es que la verdad no gusta, le cae mal a muchos, pero fui contra todos. No tengo amigotes, ni los tuve, ni tampoco los tendré… entonces ahà cuesta mucho más. Cuando yo los expuse, ahà sà aparecieron los tontos a preguntar ‘¿Qué te pasó Tanque?'».
-¿Creés que te quisieron poner punto final?
-Sin dudas. No fueron actos de maldad. Lo que pasó es que yo puse la Justicia contra el deporte, algo que no pasó nunca en la Argentina y me animo a decir en el mundo. Ahà habÃa un negocio que después durante el proceso, en silencio, fueron cambiando los artÃculos del dopaje. No tengo dudas de que hubo intenciones para retirarme. Molestó que yo vaya a la Justicia, por eso el castigo fue más duro.
A pesar del trabajo interno que llevó adelante durante meses para seguir tachando los dÃas en el calendario hasta que se levantó la sanción, la ayuda externa resultó fundamental para Santiago durante el proceso. No solamente de su familia, sino de los futboleros que lo alentaban en la calle. «SalÃa solo o con mi familia y gente, que era hincha de equipos donde no jugué, me frenaba, me daba la mano y me decÃa: ‘Gran respeto, te admiro mucho. Seguà adelante que vas a volver’. Esas cosas era una inyección de actitud justamente».
Aunque también debió lidiar con comentarios que sentÃa que no lo ayudaban: «Tuve gente cercana que me decÃa: ‘Bueno Santi, ya está, hiciste una carrera hermosa de muchos años y sos muy querido’. Y yo los miraba con cara larga mientras les respondÃa: ‘No entendés nada, ¿no te das cuenta que si yo no termino este ciclo como yo quiero, no sirvo? Es como ponerle una piedra a la torta en lugar de una frutilla’. Todos se me quedaban mirando y me daban la razón, pero en esa razón habÃa dos años de espera. Yo estaba mentalizado en volver y lo hice. Ahà me di cuenta que no cualquiera soportarÃa una situación de ese estilo».

MartÃn Palermo, que por aquel entonces dirigÃa en Aldosivi, fue el personaje clave en la historia que permitió al Tanque volver a ser jugador profesional durante todo el 2022, para que asà pudiera cumplir con su meta de «no ser retirado por la sanción». Un llamado del Titán fue el que bastó para encender nuevamente la chispa en el delantero urugayo, quien durante su parate decidió no perder tiempo y adelantó los años de estudio que necesitaba para convertirse en director técnico, el nuevo desafÃo que en la actualidad tiene entre ceja y ceja: «Quiero ganar experiencia, sin importar que actualmente viva en Málaga», explica.
Un total de tres años demoró en obtener el tÃtulo de entrenador, el cual complementó en 2023 con un Masters especializado en dirección deportiva. No obstante, sin querer desprestigiar la importancia de los libros y apuntes, Silva, en un tono melancólico, le revela a ClarÃn el momento exacto en donde, en medio de su angustia por la sanción y acorde a las locuras del Tanque, percibió su gusto por la docencia futbolera.
«Mientras superaba la sanción, empecé a entrenar en un predio por mi cuenta, para mantenerme en forma. Y con el tiempo se fueron sumando jugadores no profesionales a entrenar conmigo. Eso fue duro para mÃ, porque esos chicos no tenÃan lógicamente la misma técnica que un profesional que vive con la pelota bajo sus pies. Pero el tiempo fue pasando, yo aproveché a enseñarles muchas cosas y los entrenamientos pasaron a ser espectaculares. Les daba trabajos tácticos, fÃsicos, con pelota… terminamos siendo 45 jugadores donde yo pasé a ser el entrenador y ellos mis dirigidos«, explaya el Tanque.
Y aún sorprendido de lo que logró, cuenta: «Incluso se formó un grupo donde participaban profesionales como Damián Batallini, el Burrito MartÃnez y chicos del ascenso que aprovechaban sus vacaciones para seguir entrenando. Ahà me di cuenta que disfruto de la docencia, que es algo que me gusta y es difÃcil de encontrar. Porque en la actualidad primero tenés que ser padre, psicólogo, amigo, educador y después entrenador. Eso lo fui puliendo durante esas prácticas».
-¿El siguiente paso es calzarse el buzo de entrenador en el fútbol argentino?
-Soy consciente que el fútbol argentino es una carnicerÃa de técnicos, pero quiero intentarlo, me encantarÃa dirigir ahÃ. Lo voy llevando de a poco, aunque ya estoy terminando de armar mi equipo de trabajo. Lo único que me imposibilita para empezar mi carrera acá en España es que no puedo convalidar mi tÃtulo, sino que tendrÃa que hacer de vuelta la carrera y serÃan tres años más retrasándome. Sino no tengo dudas que ya estarÃa dirigiendo por acá. Quiero hacer cosas diferentes, demostrarme a mà mismo qué calidad de técnico soy, sea cual sea en la categorÃa que me toque dirigir.
-Referentes en el banco tenés de sobra…
-Tuve muy buenos entrenadores: Julio (Falcioni) es de la vieja escuela, pero tiene cosas muy positivas; Ricardo (Gareca) me dejó y enseñó a mantener el equilibrio. Siempre tiene las palabras justas para que la comunicación con el jugador sea excelente. Hay cosas positivas y negativas para sacar de todo proceso que tuve.
Igualmente, aún no es tiempo de apurar las cosas para Santiago. «Si bien tengo ganas de volver al fútbol, a la vez tampoco me desespero porque estoy en el proceso de hacer crecer mi restaurante, lo cual lleva su tiempo. Me entretengo repartiendo platos, ja», comenta. Al no haber tenido un paso profesional por el fútbol español, la figura del Tanque no resulta familiar para los residentes de Málaga, quienes no dejan de sorprenderse cuando se topan con un museo de alta gama.
«Hay mucho españoles que entran y me dicen ‘¿Qué es esto, tÃo?’ Y cuando le explico que es una colección mÃa, que fui jugador profesional, que jugué en clubes como Boca, te dicen: ‘No puede ser’. Ahà agarran el celular para buscar videos mÃos y cuando lo comprueban quedan enloquecidos y me dicen que no entienden qué hago acá», revela Silva, entre risas por el progreso de Silvando.
El amor que le tiene a la pelota causó que el Tanque nunca dejara de pensar en calzarse los botines, incluso luego de haber cruzado el Atlántico. TodavÃa le quedaba -y queda- munición en su cañón, producto de aquellos «dos años guardado». Asà fue como, el año pasado, en un «acto más por amor al fútbol que otra cosa», sorprendió a todos cuando, tras su paso por Aldosivi, firmó por una temporada con un club de la cuarta división de España: se transformó en la figura de El Palo, a quien con dos goles en 12 partidos ayudó a liderarlo hacia un ascenso histórico.
-¿Cómo terminaste en un club como El Palo?
-Fue muy loco todo. Una vez que me acomodé acá, empecé a investigar para encontrar un equipo de fútbol. Al charlar con algunos conocidos, me dieron a conocer El Palo, que ya me generaba dudas de entrada. Cuando visito el club, me muestran la cancha… era como jugar en la calle sinceramente. Era un sintético y yo no me imaginaba jugando ahà porque toda mi vida jugué en césped natural. Yo vivÃa a 8 kilómetros del club. Entonces un dÃa, siguiendo mis formas, me desperté temprano y me fui corriendo hasta allá para ver qué sentÃa. Cuando llego, miro la cancha, veo a los jugadores entrenando y me dieron un poco de ganas. Lo terminé decidiendo cuando fui a buscar a mi hija al colegio. Le pregunté a ella si querÃa que papá siga jugando al fútbol. Ahà fue cuando me miró y me dijo ‘¿Vas a seguir concentrando los fines de semana?’, le contesté que no y entonces me dijo que sÃ. Eso me dio otra energÃa y empecé ese camino.
El principal desafÃo con el que se topó el Tanque fue comenzar a trabajar con compañeros no profesionales, debido que recién en Segunda División las categorÃas están bajo el amparo de la Federación Española. Su arribo al club resultaba impensado. «Cuando llegué, no me conocÃa nadie. Los muchachos no entendÃan qué hacÃa yo ahÃ, a pesar de explicarles que estaba jugando por una cuestión de cercanÃa«, recuerda.
En ese contexto fue donde sacó a relucir la experiencia ganada en sus meses como entrenador personal de aquel grupo de 45 jugadores, sin tampoco dejar de lado su continua competitividad, para hacer lo posible para elevar la vara, exigencias y calidad de entrenamientos del equipo. «Supe llevar adelante bastante el plantel, busqué profesionalizarlo un poco con mis hábitos y los del entrenador, que era muy bueno. Entre todos terminamos ascendiendo cuando en los objetivos del año no pensábamos quedar ni entre los cinco primeros. Fue una locura», cuenta Silva. Un nuevo indicio del camino como DT que ansÃa comenzar.
Descabellado también resultó para los jugadores de El Palo empezar a tener hinchada. SÃ, porque cuando la comunidad argentina y uruguaya de Málaga se enteró del arribo del Tanque a dichas tierras, pasó a llenar una cancha «que habÃa sido pensada para tan solo 80 espectadores, con 500 o 600 personas«.

«Soy un tipo que le gusta ir siempre para adelante, siempre«, fundamenta Silva, mientras a través de la pantalla se señala el antebrazo en el que tiene escrito su palabra de vida.
«Me gusta todo más aún cuando las cosas no andan bien o como ahora, cuando a uno se le apagan las luces del teatro. Ahora es lo más difÃcil, porque ya no te ilumina nadie. A mà me las quisieron apagar y aguanté un tiempo más, por actitud», se autodescribe el Tanque, en lo que aparentaba ser su última frase antes de ponerse nuevamente manos a la obra con su jornada laboral en Silvando.
Hasta que fue fiel a su estilo y, para despedirse, eligió cerrar con suspenso: «En cualquier momento me aparezco por Argentina, jugando o dirigiendo. Una de dos, pero a Argentina vuelvo. Seguramente no quede mucho tiempo».
-¿Entonces es hora de mentalizarse con un regreso del Tanque?
-La dejo picando. Dejo las opciones en 50 por ciento para el futbolista y 50 por ciento de chances para la dirección técnica, uno nunca sabe. El que me necesite para el rol que sea, estoy disponible.