CARACAS.— Un buque de guerra estadounidense llegó el domingo a Trinidad y Tobago, lo que desató una nueva ola de tensiones en el Caribe. El destructor USS Gravely, equipado con misiles teledirigidos, atracó en la capital del pequeño archipiélago para realizar ejercicios conjuntos con las fuerzas locales, en un movimiento que el gobierno de Venezuela calificó como una “provocación militar” y una “grave amenaza a la paz regional”.
El gobierno venezolano emitió un comunicado el domingo en el que denunció que los ejercicios militares en Trinidad y Tobago forman parte de una “operación encubierta de la CIA” para generar un “ataque de falsa bandera” en aguas limítrofes o incluso dentro de territorio venezolano. “Está en curso un ataque que busca provocar un enfrentamiento militar completo contra nuestro país”, afirmó el texto difundido por la vicepresidenta Delcy Rodríguez a través de Instagram. Según el gobierno bolivariano, un “grupo mercenario” vinculado a la agencia de inteligencia estadounidense habría sido capturado en el oriente venezolano.
Además, la vicepresidenta, también ministra de Hidrocarburos de Venezuela, añadió el lunes que solicitará a la presidencia la suspensión de los acuerdos energéticos con Trinidad y Tobago, incluidos los proyectos de gas.
Rodríguez precisó que la decisión se había tomado en una junta directiva del ministerio junto con la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y en virtud de la “actitud hostil” hacia el país miembro de la OPEP por parte de la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar.
“Le estamos proponiendo al Jefe de Estado denunciarlo (los convenidos) de manera inmediata y en consecuencia entren en suspensión todos los acuerdos gasíferos que mantiene Venezuela con Trinidad y Tobago”, dijo Rodríguez en una declaración transmitida por la televisora estatal.
Desde Caracas, Maduro calificó ayer la llegada del USS Gravely y el avance del portaaviones Gerald R. Ford como parte de una estrategia de Washington para “inventarse una nueva guerra eterna”. “Pretenden justificar una agresión con mentiras sobre el narcotráfico y operaciones encubiertas. Venezuela no busca guerra, pero sabrá defenderse”, afirmó en cadena nacional.
Aunque Caracas no ofreció pruebas que respalden sus acusaciones, el comunicado reaviva la retórica de confrontación con Washington, luego de que Trump confirmara el 15 de octubre que había autorizado operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela. “Maduro lidera un régimen criminal y su tiempo se acaba”, declaró entonces el mandatario estadounidense.
La llegada del buque coincide con una escalada de la presión del presidente estadounidense Donald Trump sobre el gobierno de Nicolás Maduro, al que acusa de dirigir redes de narcotráfico y corrupción. Washington ya había desplegado buques de guerra en el Caribe desde agosto y lanzó a principios de septiembre una campaña de ataques aéreos contra embarcaciones de presuntos narcotraficantes. A esto se suma el anuncio del envío al Caribe del portaaviones Gerald R. Ford, el más grande del mundo.
El Ejecutivo de Trinidad y Tobago intentó desactivar la polémica. En un comunicado oficial, señaló que la visita del USS Gravely “tiene como objetivo reforzar la lucha contra el crimen transnacional y construir resiliencia a través de capacitación, actividades humanitarias y cooperación en seguridad”.
“El gobierno de Trinidad y Tobago dejó en claro que valora la relación con el pueblo de Venezuela, dada nuestra historia compartida”, añadió el texto. Sin embargo, fuentes militares consultadas por AP indicaron que los ejercicios “fueron programados recientemente”, y que el buque permanecerá atracado hasta el jueves.
La primera ministra Kamla Persad-Bissessar defendió abiertamente la presencia militar estadounidense, argumentando que “la región no es una zona de paz” y citando el aumento del narcotráfico y la violencia. Pero las declaraciones generaron malestar en Caracas, que la acusó de “renunciar a la soberanía” y de “convertir su territorio en un portaaviones de Estados Unidos para la guerra contra Venezuela, contra Colombia y contra toda Sudamérica”.
En Puerto España, la capital trinitense, las opiniones están divididas. Algunos ciudadanos apoyan la cooperación militar con Washington, argumentando que ayudará a combatir el narcotráfico. “Traen su buque de guerra aquí para limpiar los problemas de drogas que hay en el territorio venezolano”, dijo Lisa, una residente de 52 años. Sin embargo, muchos expresaron temor ante una posible intervención. “Si ocurre algo entre Venezuela y Estados Unidos, podríamos terminar recibiendo golpes”, advirtió Daniel Holder, de 64 años. “La gente no ve lo serio que es esto, podrían suceder cosas aquí”.
Para los miles de venezolanos que viven en Trinidad y Tobago, la tensión se siente de cerca. “Es alarmante porque sabemos que es una señal de guerra”, dijo Ali Ascanio, un vendedor de frutas de 38 años que emigró hace ocho años. “Espero que la presión haga que Maduro se vaya pronto, pero no quiero una guerra. Aquí hay mucha gente venezolana que solo busca sobrevivir”, afirmó el migrante.
En una manifestación frente a la embajada estadounidense, David Abdulah, líder del partido opositor Movimiento por la Justicia Social, calificó de “abominación” la presencia del buque. “Está anclado a pocas millas de Venezuela, en medio de una amenaza de guerra”, sostuvo.
El despliegue militar estadounidense dejó hasta ahora 43 muertos en diez bombardeos contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico, según las cifras oficiales. Dos ciudadanos trinitenses figuran entre las víctimas, aunque las autoridades locales no han confirmado los reportes.
La embajada de Estados Unidos en Trinidad y Tobago había emitido la semana pasada una alerta a sus ciudadanos, recomendando mantenerse alejados de las instalaciones diplomáticas tras recibir “una amenaza no especificada” contra estadounidenses en el país.
Funcionarios estadounidenses señalaron que los ejercicios conjuntos buscan “abordar amenazas compartidas como el crimen transnacional” y fortalecer la cooperación de seguridad en el Caribe. No obstante, expertos en derecho internacional cuestionan la legalidad de los ataques aéreos y advierten que la creciente militarización podría desestabilizar aún más la región.
La Comunidad del Caribe (Caricom), bloque regional de 15 países del área, exhortó a “mantener el diálogo” y evitar cualquier acción que “ponga en riesgo la estabilidad del Caribe”. Pero mientras los ejercicios navales continúan, la posibilidad de un incidente entre las fuerzas estadounidenses y venezolanas mantiene en vilo a toda la región.
Agencias AFP, AP y Reuters

