La violencia en el fútbol sanjuanino volvió a mostrar su rostro más salvaje este domingo en la cancha de Villa Obrera. Jorge Rodríguez, árbitro de 53 años, fue víctima de una cobarde y feroz agresión tras dirigir un partido de la categoría Sub-17 que finalizó en penales, con derrota para el equipo local.
Rodríguez relató en Radio Sarmiento que desde el inicio del encuentro el director técnico de Villa Obrera mantuvo una actitud hostil, cargada de insultos, gritos y constantes cuestionamientos a su labor. Aunque el árbitro intentó calmar la situación, el clima se volvió insostenible. El técnico lo acusaba de parcialidad hacia 9 de Julio, acusación que Rodríguez desmintió, aclarando que las sanciones disciplinarias habían sido equitativas para ambos equipos.
El estallido de violencia llegó tras la definición por penales. Rodríguez contó que, cuando intervino para evitar que un jugador de Villa Obrera agrediera a un rival, el técnico lo atacó. Las amenazas fueron brutales y directas: “Te voy a matar”, le gritó el entrenador antes de abalanzarse sobre él.
El horror se desató en segundos. Cuando Rodríguez intentó refugiarse en el camarín, padres de Villa Obrera le bloquearon la salida. Uno de ellos lo golpeó con la puerta en la cara y luego lo atacó físicamente. Ya caído en el suelo, la agresión escaló a niveles inaceptables: jugadores de apenas 17 años comenzaron a patearlo, mientras el director técnico le propinó una violenta patada en la cabeza.
“Solo pude cubrirme la cabeza con las manos. Pensé que me iban a matar a patadas porque me pegaban desde todos lados”, describió Rodríguez, todavía conmocionado.
Otros árbitros que estaban en el lugar corrieron en su ayuda. Una mujer que acompañaba al árbitro fue empujada al piso, y otro colega también sufrió golpes. Dos árbitros que se disponían a dirigir el partido siguiente intervinieron para frenar la turba violenta.
Rodríguez terminó en la guardia del hospital, con golpes en la cabeza, inflamación y marcas de tapones en la rodilla, y dolores en un brazo. Afortunadamente, no sufrió lesiones cerebrales, aunque el temor de haberlas padecido lo persiguió hasta recibir el parte médico.
Lo más alarmante es la ausencia casi absoluta de seguridad en el estadio. Rodríguez denunció que solo había un custodio puesto por la liga, sin la presencia de efectivos policiales, y este único hombre también fue agredido al intentar protegerlo. La responsabilidad por la seguridad en las canchas sigue siendo una deuda gravísima de los clubes y de las instituciones deportivas sanjuaninas.
Rodríguez, con años de trayectoria, confesó que jamás vivió una situación tan salvaje. Ya radicó la denuncia penal y confirmó la intervención de la fiscalía y de la justicia de menores. “Esto tiene que servir para algo. Es la primera vez que un fiscal interviene en una agresión en cancha. Espero que no quede en la nada”, enfatizó, dolido pero decidido a continuar en el arbitraje.
Hasta el momento, nadie del club Villa Obrera se ha comunicado para pedir disculpas. Y eso, en medio de semejante barbarie, es otro dato tan grave como el ataque mismo.
La violencia en el fútbol sanjuanino no puede seguir siendo un espectáculo tolerado ni invisibilizado. Lo que sucedió en la cancha de Villa Obrera no es solo un hecho policial: es un síntoma de una enfermedad que amenaza con destruir el deporte desde adentro. Y es hora de enfrentarlo con toda la firmeza y el compromiso que la sociedad y el fútbol merecen.