El Vaticaano, siempre intransigente en los temas del fin de la vida, abre a las “mediaciones en el plano legislativo”. Con la insistente confirmación de que los seres humanos “no disponemos de nosotros mismos en el vacío de cualquier vínculo, porque es así como vivimos”, la Pontificia Academia por la Vida publica un vademécum titulado “Pequeño léxico del fin de la vida”.
Otra vez con el derecho a morir la Iglesia Católica levanta las banderas del rechazo de la eutanasia y el ensañamiento terapéutico con las curas paliativas y las “disposiciones anticipadas de tratamiento”, el llamado Testamento Biológico, cuya ley entró en vigor hace seis años pero que la Iglesia no difunde: más del 95% de los católicos no sabe de su existencia en Italia.
Los partidarios del aborto habían lanzado un tema en los años sesenta del siglo pasado: libertad de amar, libertad de morir.
La Iglesia rechaza como falso que ambos derechos existan. “La libertad implica siempre la existencia de ser responsables de la vida: en mi y en el otro, indisolublemente”, escribe monseñor Vicente Paglia, presidente de la Pontificia Academia de la Vida en la introducción al documento.
Monseñor Paglia niega que la perspectiva del fin de la vida pueda ser reducida a una concepción individualista “que tiende a reducirla la solitud de la autodeterinación absoluta”.
Monseñor Vicente Paglia (izq.) con el Papa Francisco y una familia de fieles en el Vaticano, en 2015. Foto: AP “Estamos todos radicalmente relacionados”, agrega el presidente de la academia vaticana que custodia los límites del tema.
Monseñor Paglia sostiene que «al afrontar los temas evocados por las simples palabras, este léxico tiene en cuenta el contexto pluralista y democrático de la sociedad, en que el debate se desarrolla cuando sobre todo se entra en el campo jurídico”.
“Los diversos lenguajes morales no son incomunicables e intraducibles como algunos sostienen. Se trata del esfuerzo que cada uno cumple por comprender las razones del otro por aceptar el diálogo con quien la piensa diversamente, favorece la confrontación, que contiene al menos una parcial visión de las razones válidas en favor de una o de otra elección”, agrega.
¿Más confrontación?
En lo que parece una promesa de mayor confrontación apuntando a la apertura a “mediaciones en el plano legislativo”, el alto personaje vaticano destaca que la discusión debe ser “abierta y respetuosa” que “conduzca a un diálogo público capaz de influenciar positivamente también las decisiones políticas”.
El objetivo es encontrar “un punto de mediación aceptable en posiciones diferentes en mérito al suicidio asistido y la posibilidad de suspender la alimentación y la hidratación de pacientes en el fin de la vida”.
El Sínodo de obispos de 2023, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Foto: REUTERSEl NHA (Nutrición e hidratación artificial), “como tratamiento médico-sanitario a todos los efectos” y también su adopción o eventual suspensión, pide ser declinada con discernimiento en los casos concretos”, señala el vademécum.
Este método o tratamiento NHA, señala el Vaticano,”es preparado en laboratorio y suministrado a través de dispositivos técnicos. No se trata de simples procedimientos asistenciales”.
“En las enfermedades en que se prolonga un estado de inconciencia con practicamente nulas medidas de recuperación, como en el caso de estado vegetativo permanente -explica el documento- se podría sostener que en la suspensión del NHA la muerte no sea causada por la enfermedad, que sigue su curso, sino más bien por la acción de quién la suspende”.
“Esta es una situación víctima de una concepción reductiva de la enfermedad” que “pierde de vista la globalidad de la persona”, agrega el texto.
El “vademecum” vaticano concluye que “reducir la interpretación de la enfermedad lleva después a una concepción también reductiva de la cura, que termina “por focalizarse sobre singulares funciones de los órganos mas que en el bienestar general de la persona”.