La princesa Amalia de Holanda, heredera al trono e hija mayor del rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima, dio un paso decisivo en su formación pública al iniciar esta semana sus estudios en la Escuela de Defensa.
El anuncio fue realizado por el Servicio de Información del Gobierno, que confirmó que la joven de 21 años dedicará los próximos dos años a un programa de estudio y trabajo que la habilitará como reservista militar.
La decisión marca un antes y un después en su trayectoria, no solo por su valor simbólico, sino porque convierte a Amalia en la primera mujer de la Casa Real holandesa en incorporarse a las Fuerzas Armadas bajo este régimen. Hasta ahora, era la única heredera europea que no había recibido instrucción militar, a diferencia de sus homólogas, como la princesa Isabel de Bélgica, Ingrid de Noruega o la princesa Leonor en España, quienes ya han pasado por academias militares en sus respectivos países.
Amalia ingresó al programa de Defensity College, un esquema diseñado para acercar a los estudiantes universitarios y de nivel superior al ámbito militar. Allí combinará clases teóricas, entrenamientos y tareas en el Estado Mayor de la Defensa, trabajando uno o dos días por semana, mientras continúa su licenciatura en Derecho holandés en la Universidad de Ámsterdam.
Se trata de una experiencia académica y profesional que busca fortalecer el vínculo entre la sociedad y las Fuerzas Armadas, al tiempo que fomenta el desarrollo personal de los estudiantes. En el caso de la princesa, su paso por este espacio no tendrá retribución económica: la Casa Real ha subrayado que sus funciones son voluntarias y que no percibirá salario alguno.
La joven comenzó el curso con una limitación importante. Debido a la fractura de brazo que sufrió en junio y que la obligó a pasar por el quirófano, no podrá participar en la parte más exigente de la instrucción: el entrenamiento físico que incluye tiro y pruebas de resistencia. Por ahora, su programa se concentrará en los módulos teóricos y las prácticas administrativas. Una vez completada su recuperación, está previsto que asuma el entrenamiento completo y, tras finalizar su formación, ascienda al grado de cabo.
El compromiso de Amalia con la vida castrense quedó formalizado el martes, cuando su padre, el rey Guillermo Alejandro, firmó un decreto real que la nombró miembro de la reserva de las Fuerzas Armadas. La princesa recibió de inmediato los rangos de marinero de tercera clase en la Marina Real, soldado de tercera clase en el Ejército de Tierra y en la Real Fuerza Aérea.
Más allá de lo protocolar, la medida tiene una fuerte carga simbólica. Supone alinear a la heredera holandesa con el resto de las casas reales europeas y proyecta una imagen de compromiso con el futuro institucional del país. En los Países Bajos, a diferencia de lo que ocurre en España, la Constitución no otorga al jefe de Estado el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la familia real ha mantenido tradicionalmente una estrecha relación con la esfera militar, con el rey asistiendo a maniobras, visitando tropas en misiones internacionales y participando en homenajes a soldados.
La incorporación de Amalia al Ejército ha sido recibida en Holanda como un paso largamente esperado. Durante años se había debatido si la heredera debía seguir la tradición de formación castrense de sus pares europeos. Con esta decisión, no solo se despeja esa incógnita, sino que además se consolida una nueva etapa en su vida pública.
El ingreso de la princesa a la Escuela de Defensa no es solo un movimiento formativo, sino también político. Refuerza la idea de que la monarquía busca adaptarse a los tiempos modernos, con una heredera que combina la vida académica —terminó recientemente su licenciatura en Política, Psicología, Derecho y Economía (PPLE)— con la experiencia militar.
En paralelo, Amalia ha incrementado su exposición institucional. En las últimas semanas, acompañó a la reina Máxima a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, y también asumió más actos oficiales en representación de la monarquía neerlandesa. La combinación de su rol académico, militar y diplomático refuerza la imagen de una princesa en preparación integral para el futuro trono.

