Después de haber sido desterrados de la mítica calle San Luis, estos emprendedores gastronómicos vagaron por el desierto del hambre, en busca de un nuevo hogar para sus sagradas salchichas. ¿La nueva tierra prometida? Calle Alberdi, entre Las Heras y España, justo al lado del cementerio.
Pero, como toda buena historia, hay drama. Un grupo de vecinos, con la precisión de un detective de película, presentó más de 100 firmas pidiendo que los carros NO se instalen allí. Alegan preocupaciones ambientales, ruidos molestos y un posible apocalipsis de servilletas grasosas volando por la zona.
La intendenta Susana Laciar, cual directora de orquesta de este festival panchero, aseguró que la ubicación será ordenada, planificada y controlada. Se incluirán juegos infantiles, se establecerán normas de convivencia y cada carro tendrá su propia conexión eléctrica (adiós a los enchufes compartidos estilo Frankenstein).
Y aún hay más: los pancheros quieren extender el horario hasta las 6 de la mañana los fines de semana, para servir como refugio gastronómico a los guerreros nocturnos que salen de los boliches. ¿Lo lograrán? ¿Se alzarán los pancho-magos contra la resistencia vecinal? ¡Solo el destino lo dirá!
Si esta historia no merece una serie en Netflix, no sé qué lo hará.