Fue una imagen conmovedora que sintetizó el mensaje interreligioso del Papa Francisco. Un rabino, un musulmán y un sacerdote abrazados, sin poder contener las lágrimas, delante del féretro del pontífice argentino.
Daniel Goldman, Omar Abboud y Guillermo Marcó quisieron ir a despedir a su amigo, Jorge Bergoglio, que en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, los había alentado en su propósito de tender puentes entre los diversos cultos y que ellos plasmaron en Instituto de Diálogo Interreligioso (IDI).
“Como amigo, el haber compartido tantas cosas personales, me va a resultar difícil su ausencia, lo voy a extrañar”, dice Abboud.
“Por otra parte, yo vi en los países islámicos que visitó Francisco ser recibido con un enorme cariño y él devolvió los gestos, particularmente en el viaje a Tierra Santa del año 2014”, señala, donde delante del Muro de los Lamentos se abrazó con el rabino Abraham Skorka y el propio Abboud, protagonizando una foto icónica de tres argentinos testimoniando la fraternidad interreligiosa.
“Creo que quedó plasmado de alguna manera cuál era su intención y su visión del diálogo, que es más allá de un concepto teórico”, dijo Abboud. “Hay que tener una generosidad muy grande para abrazar a todos, a creyentes de otras confesiones, más allá de la propia grey, pero conservando íntegramente la propia identidad”, completó.
A su vez, el rabino consideró “un privilegio poder conocerlo y abrevar en su sabiduría”. Recordó que cuando Jorge Bergoglio iba en colectivo a su casa a almorzar y esa idea de ‘colectivo’ me parece que lo sintetiza, porque era un hombre del colectivo y además que lo utilizaba para estar con la gente, ser parte de la gente”.
En ese sentido, Goldman destaca que “Jorge Bergoglio no podía entender su vida desde un lugar de individualidad, sino en la relación con el otro. La otredad era para él un elemento esencial, producto de su pensamiento. En ese contexto -añade-, nos alentó a perseverar en el Instituto del Diálogo Interreligioso”.
Finalmente, el padre Marcó dijo: “Cuando estábamos rezando los tres en la basílica de San Pedro, en un lugar tan caro para la tradición cristiana como es la tumba del Papa Pedro, que está enterrado ahí abajo, los tres rezando juntos frente a Francisco me llevaron a entender un poco más por qué el Papa hablaba de una iglesia para todos”.
“Los tres abrazados mirando como se iba el féretro y diciéndole gracias, cada uno pudiendo rezar en su propia tradición -dice Marcó-, fue algo mucho más profundo de lo que yo creía que era la experiencia interreligiosa y el papel de Francisco que abrió la puerta de la Iglesia para que podamos salir y recibir a todos”.
Y termina: “Anhelo que todo el mundo sienta que tiene un lugar en esta querida iglesia del Papa Francisco”.