Cristina Fernández de Kirchner, 72 años, vuelve al ruedo como candidata a diputada, y no, no es un chiste del Día del Jubilado. Es real: la jefa eterna del peronismo se calza otra vez el traje de salvadora nacional… aunque a esta altura el traje le queda más para Tevé Nostalgia que para Netflix.
Y claro, en San Juan no tardaron en aparecer los fans. Los dirigentes del PJ —que se presentan como “nueva camada” pero repiten el discurso con la pasión de ex monaguillos de Néstor— salen a defenderla con ternura geriátrica:
«Hay que empezar a descontarles neuronas a varios jóvenes que no alcanzan ni la mitad de la lucidez de nuestros dirigentes actuales, y ese es un problema»
¡Qué sensibilidad, qué ternura, qué nivel de negación! Una mezcla de voceros de geriátrico con community manager de PAMI.
Porque seamos sinceros: esto no es discriminación por edad, es hartazgo por reincidencia. ¿Qué parte del “ya está” no entendieron? en el caso de Cristina Kirchner ya fue presidenta dos veces, vice, y si se descuida se presenta para Reina de la Vendimia. ¿Qué sigue, un canal de YouTube con recetas patrióticas y memorias de época?
Sí, claro. Como los ciclos menstruales, los ciclos lunares y los ciclos eternos del peronismo donde siempre, misteriosamente, el ciclo termina en Cristina.
Y ojo, que no falta la épica vacía:
“Cristina es una iluminada.”
Una estratega del reciclaje: recicla poder, recicla enemigos, recicla causas judiciales, y ahora… ¡recicla candidaturas!
Con ese tono que siempre está a punto de decir algo profundo pero se le cuelga el Wi-Fi, también piden“unidad”, “proyecto” y “dejar las mezquindades”. Lo dicen desde una provincia donde el peronismo es como una pelea de gatos ciegos con navajas.
Así que nada, preparen los memes, los afiches y los Clonazepam: la jefa volvió, la claque local aplaude, y el futuro sigue esperando en una silla, con paciencia, como en la salita de PAMI.