KIEV.– Rusia lanzó uno de sus ataques aéreos más intensos en los tres años de guerra, bombardeando seis regiones de Ucrania durante horas y causando al menos tres muertos —todos trabajadores de emergencias en Kiev— y más de 20 heridos, según informaron autoridades ucranianas. El operativo incluyó el lanzamiento de 407 drones y 44 misiles balísticos y de crucero, de los cuales las fuerzas ucranianas lograron derribar alrededor de 30 misiles y cerca de 200 drones.
Este ataque se produjo en medio de un estancamiento en las negociaciones de paz impulsadas por Estados Unidos y apenas horas después de que el presidente Donald Trump sugiriera que sería mejor dejar que Kiev y Moscú “luchen por un tiempo” antes de intervenir para buscar la paz. Estas declaraciones contrastan con sus llamados previos a frenar el conflicto y evidencian un cambio significativo en la postura del mandatario.
Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, las ciudades ucranianas han sido blanco constante de bombardeos que, según Naciones Unidas, han causado más de 12.000 muertes civiles. “Rusia no cambia sus costumbres”, afirmó el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, mientras el Ministerio del Interior destacó que los tres socorristas fallecidos en Kiev “estaban trabajando bajo el fuego para ayudar a la gente”.
El vocero de la fuerza aérea ucraniana, Yurii Ihnat, explicó que Rusia buscó saturar las defensas antiaéreas con una masiva combinación de drones y misiles. Aunque las fuerzas ucranianas interceptaron gran parte del ataque, 13 localidades sufrieron impactos directos y otras 19 resultaron dañadas por los restos de artefactos interceptados.
Desde Moscú, el Ministerio de Defensa ruso justificó los bombardeos como una represalia ante recientes ofensivas ucranianas dentro del territorio ruso, incluyendo un audaz ataque a bases aéreas en Engels y Diáguilevo que, según Ucrania, destruyó depósitos de combustible y dañó aviones estratégicos. En respuesta, el Kremlin prometió una contundente venganza, y durante la noche sus defensas antiaéreas derribaron 174 drones ucranianos.
Las autoridades rusas también reportaron daños en edificios residenciales e industriales tras ataques con drones, dejando tres personas heridas. Además, en la región de Belgorod, una voladura en una vía férrea provocó el descarrilamiento de una locomotora, incidente que Moscú atribuye a sabotajes ucranianos.
En este contexto, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó el conflicto como una “cuestión existencial” para Rusia, sus intereses nacionales y su seguridad futura.
Sin embargo, según el ministro ucraniano de Exteriores, Andrii Sybiha, los ataques demostraron diferencias clave entre las dos naciones. “La diferencia (…) es que Ucrania golpea objetivos militares legítimos, como aviones equipados para bombardear a nuestros niños. Rusia apunta a zonas residenciales, civiles e infraestructura crítica”, escribió en X. “Poner a Ucrania y Rusia en el mismo plano es inaceptable”.
En este sentido, el responsable de derechos humanos de Ucrania, Dmytro Lubinets, denunció que el último ataque ruso constituye una violación grave de los derechos humanos básicos y pidió una respuesta internacional firme. “Rusia actúa como un terrorista, atacando sistemáticamente la infraestructura civil”, afirmó, y reclamó que el mundo condene y tome medidas concretas contra el agresor.
La guerra se mantiene con alta intensidad, mientras las negociaciones de paz entre Kiev y Moscú permanecen congeladas. Ucrania propuso un alto el fuego incondicional y una reunión entre Zelensky y Putin para destrabar las conversaciones, pero el Kremlin rechazó esas propuestas y mantuvo condiciones consideradas inaceptables por Kiev. En este sentido, el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, señaló que Moscú busca proyectar una imagen de disposición a negociar, aunque en realidad evita ceder.
Los ataques también alcanzaron ciudades del oeste y del centro de Ucrania, dejando heridos y provocando daños en infraestructuras críticas. En Kiev, las explosiones prolongadas generaron escenas de pánico y obligaron a los residentes a buscar refugio. Las alertas aéreas son constantes en la capital, donde los bombardeos han causado incendios, apagones y daños generalizados en varios distritos, afectando a miles de hogares.
Vitalina Vasylchenko, una adolescente de 14 años, se refugió en un garaje con su hermana de seis y su madre después de que una explosión arrancó una de sus ventanas de su casa en Kiev.
“Escuché un zumbido, luego mi padre corrió hacia mí y me cubrió con su mano y luego hubo una explosión muy fuerte”, contó. “Toda mi vida pasó ante mis ojos, ya pensé que se había acabado. Comencé a tener un ataque de pánico… Estoy sorprendida de estar viva”.
Por su parte, expertos occidentales advierten que la reciente campaña ucraniana contra bases aéreas rusas representa un golpe significativo para la aviación estratégica de Moscú. Se estima que las pérdidas superan el 10% de su flota de bombarderos de largo alcance, lo que incrementa la presión sobre unas fuerzas aéreas ya al límite de sus capacidades.
Aunque estas pérdidas afectan más el simbolismo y la capacidad convencional rusa que su fuerza nuclear —que depende principalmente de misiles terrestres y submarinos—, representan un duro revés para Moscú, que ha utilizado su poderío militar como elemento de disuasión ante Occidente. Además, la crítica interna en Rusia hacia la gestión militar ha aumentado tras estos ataques.
Agencias AFP y AP