«Sin Estado no hay temporada de verano«, advirtió Axel Kicillof el jueves desde un pequeño estrado a espaldas del mar Atlántico que baña el poco habitado balneario de Miramar, de tan sólo 30.000 habitantes. Dos dÃas después, arrancó el verano y en esta primer semana el gobierno bonaerense necesita la aprobación de un multimillonario presupuesto para pagar sus gastos, una ley fiscal impositiva para poder financiar esas erogaciones y la autorización para endeudarse por unos 1.100 millones de dólares más otros US$ 250 millones en letras, de manera de sortear cualquier fantasma de default.
El gobernador eligió Diputados para ingresar su proyecto donde figura lo que planea gastar y recaudar en 2025. En esa cámara es donde Unión por la Patria cuenta una mejor posibilidad de maniobrar las adversidades que le pueda plantear la oposición bonaerense.
Kicillof sabe de su debilidad. La negociación más dura y violenta quizás no sea con el PRO, la UCR, los Libertarios Blue y de los otros. Sus verdaderos enemigos no están en lo que quedó de Cambiemos o en la descomposición de los mileÃstas. La Cámpora, en realidad, es el avivador del fuego interno, que lo quiere de rodillas y bien lejos de Cristina Kirchner.
Es más, si a Máximo Kirchner le concedieran un deseo tras frotar (otra vez) la lámpara del poder, sin dudas elegirÃa deshacerse polÃticamente del gobernador que su madre acogió y fortaleció en sus ocho años como Presidenta y, también, en su tercer mandato, en sociedad con Alberto Fernández.
El jueves pasado Diputados estuvo a punto de pegarle un tiro en una pierna a Kicillof. Máximo pareció guiñarle el ojo a la oposición que la conforman los 13 diputados del PRO, 8/9 de la UCR, los 13 de LLA oficial y los tres de la Coalición CÃvica. Se leyó que habrÃa un intento de aprobar la Ley Fiscal Impositiva que limitaba a la Provincia a aumentar solo el 28% de los impuestos (Kicillof pidió 156%), crear fondos de seguridad de $ 200.000 millones e incrementar 1% la coparticipación para los municipios.
Fue tal la desesperación en el Gobierno bonaerense ese dÃa que la vicegobernadora Verónica Magario cerró con llave (literal) el recinto del Senado por si los diputados votaban la ley. «Lo que hicimos ese jueves fue demostrarle a Kicillof que si queremos le podemos voltear la gobernabilidad», le admite a ClarÃn un legislador K que no se sonroja cuando dice que se autopercibe como un catequista de Máximo y Wado de Pedro.
También, claro, nunca habrÃa que olvidarse de Sergio Massa, que siempre fue, es y será ese crack que salta del avión sin paracaÃdas, cayendo bien parado, aparentemente ileso. En la Legislatura todos toman a los llamados libertarios blue con cierta tendencia a responder al ex candidato presidencial. Aunque otros no estarÃan tan de acuerdo y remarcan que se comportan con cierta autonomÃa.
Una semanita de Navidad a pura e intensa rosca. El poroteo en Legislatura bonaerense cambiará una y mil veces. El presupuesto que intenta aprobar Kicillof canta el récord de 34,3 billones de pesos.
El proyecto debe primero pasar por Diputados. En La Plata esperan que el viernes las manos levantadas (o más precisamente las palmas que presionen el botón del voto positivo) sean más numerosas que las que lo rechacen. Se llama simple mayorÃa, es decir, la mitad más uno de los presentes. Todo esto podrÃa estar beneficiado por los «chapulines colorados» del tándem Emiliano Yacobitti y MartÃn Lousteau. En cambio, para el endeudamiento, se necesitan las 2/3 partes.
Resulta que el diputado radical Pablo Domenichini, habrÃa recibido una sugerencia de su jefe Yacobitti, acudió al «¿Quién podrá ayudarme?» de Kicillof. En la comisión de Presupuesto, Domenichini rompió el voto en bloque del radicalismo para favorecer al kirchnerismo, quizás creyendo que no era tan grave ya que Lousteau ya habÃa hecho lo mismo en el Senado de la Nación.

Unos dÃas antes, el jefe de la UCR apoyó la expulsión de los legisladores nacionales Luis Picat, MartÃn Arjol y Mariano Campero por votar como querÃa Kicillof a favor de controlar otro millonario presupuesto, el universitario, justamente el que desde hace décadas administra Yacobitti.
El tiempo dirá si la jugada de Domenichini y aparentemente sus dos jefes radicales tendrá o no algo que ver con lo que todos creen que está pasando: una conexión mucho más frecuente que conocida entre el jefe de la UCR Nacional y su flamante par del PJ, Cristina Kirchner.
Como se sabe, Yacobitti es el Gildo Insfrán de las universidades nacionales. Algunos creen que habrÃa acordado con Kicillof más plata para los centros de estudios que él maneja, como el de Almirante Brown, cuyo rector es el propio Domenichini, como se dijo, el único diputado de la UCR que acompañó con su voto al Gobernador.
En la Legislatura estiman que no lograrán llegar al viernes para aprobar el Presupuesto. De fracasar, todo se correrÃa a la segunda quincena de febrero.
Para más adelante también quedarÃa la negociación con los intendentes, del PJ, camporistas, macristas y de la UCR. Acá, las banderas se mezclan en dos objetivos comunes: fondos para un año electoral clave y reelecciones en sus distritos.
Los jefes comunales piden $ 400.000 millones para repartirse y Kicillof ofreció $ 170.000 millones. «Con $300 mil palos cerramos», señala a este diario un jefe peronista del GBA. Lo de voltear la ley que impide las reelecciones está más complicado. No estarÃan las manos y nadie quiere quedar pegado.
El gobernador ya habrÃa avisado que no lo harÃa por decreto, «sobre todo después de la decisión de la Corte Suprema (de Justicia) con lo de Formosa de Gildo Insfrán», aclaran desde el Ejecutivo bonaerense.