ROMA.- En una movilización imponente, más de dos millones de personas este viernes adhirieron a una huelga general y llenaron más de 100 plazas de Italia para dejar en claro su rechazo al anunciado asalto a la expedición de la Flotilla que intentó llevar ayuda humanitaria a Gaza y protestar en contra del “genocidio” allí en curso, en medio del silencio del gobierno de Giorgia Meloni.
“La movilización de hoy fue un éxito: más de dos millones de personas salieron a las calles para participar en las marchas celebradas en más de 100 ciudades italianas con motivo de la huelga general nacional en defensa de la Flotilla, de los valores constitucionales, para detener el genocidio y en apoyo al pueblo de Gaza. 300.000 personas marcharon por las calles de la capital”, anunció la Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL) Confederación General de Trabajadores de Italia (CGIL). “Según los datos recibidos hasta el momento —continuó el sindicato, que convocó al paro junto a la Unión Sindical de Base (USB)—, el promedio nacional de participación en la huelga general ronda el 60%”, añadió.
Aunque, como suele ocurrir, hubo una guerra de números -el Ministerio del Interior habló de “29 manifestaciones con 396.400 participantes”-, quedó claro que la movilización logró paralizar a Italia. Hubo marchas masivas que colapsaron el tránsito en decenas de ciudades y provocaron un caos generalizado en el transporte: se bloquearon estaciones de tren, puertos, aeropuertos e incluso autopistas de las principales urbes. Decenas de trenes y numerosos vuelos fueron cancelados.
La movilización -marcada por la presencia de banderas palestinas- fue también una señal para el gobierno de Meloni, acusado por los manifestantes de complicidad con la masacre en Gaza por su postura más bien pro-israelí, alineada con Estados Unidos y por haber incluso definido de “irresponsables” a los pacifistas de la Flotilla.
En la víspera, Meloni incluso criticó a los organizadores de la huelga acusándolos de estar buscando “un fin de semana largo”.
“El gobierno debería estar orgulloso de estas manifestaciones porque defienden la humanidad, la solidaridad y a la gente buena que también quiere defender el honor de este país”, dijo el secretario general de la CGIL, Maurizio Landini, al llegar a la manifestación que hubo en Roma. “Salimos hoy a las calles para decir basta al genocidio, para decir que necesitamos invertir no en armas, sino en salud, educación y tenemos que escuchar a los jóvenes. Este día honra a nuestro país”, añadió.
De hecho, fue imponente la participación de jóvenes -la mayoría de los últimos años del secundario y universitarios-, en medio de trabajadores de todas las edades y jubilados. Una marcha que arrancó en esta capital en la estación Termini, prosiguió luego hasta Piazza Pía y se concentró frente al Ministerio de Transportes, cuyo titular es Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga y que en la víspera, al igual que Meloni, salió a atacar a los huelguistas.
“La huelga de hoy es ilegítima no porque no la quiere Salvini, sino porque la Comisión técnica de garantía la declaró tal”, recordó Salvini en sus redes sociales por la mañana, aludiendo al hecho de que faltó un preaviso de parte de los organizadores. “Quien hoy para sabe que está yendo en contra de la ley y corre el riesgo de sanciones”, amenazó.
Además de corear insultos contra Matteo Salvini —vicepremier y titular del Ministerio de Transporte—, los manifestantes que llegaron hasta la sede de la cartera arrojaron huevos contra el edificio. Luego, la multitud avanzó a pie, escoltada por la policía, hasta la circunvalación y continuó su marcha hasta la autopista A24, donde realizaron sentadas que bloquearon completamente el tránsito.
No sólo el transporte —y quienes necesitaban viajar o moverse por la ciudad— padeció un auténtico viernes de pasión. Casi no hubo escuelas abiertas y hasta el mundo de la cultura se paralizó: el Teatro Regio de Parma, por ejemplo, debió cancelar el estreno de Falstaff previsto en su cartelera.
Como no podía ser otra manera, en la mayoría de las grandes ciudades -Milán, Florencia, Nápoles, Bolonia, Salerno, Turín-, no faltaron momentos de tensión, ni algunos enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. Tanto es así que, al final de la jornada, Salvini, al volver a criticar a los manifestantes, aseguró que 30 policías resultaron heridos.
“No entiendo cómo un solo niño palestino puede beneficiarse de quienes lanzan piedras, palos, botellas y bombas de humo a la policía, o de quienes se sientan en las vías de tren. Espero que las fuerzas del orden hayan identificado a estas personas que han interrumpido un servicio público, que han dejado a millones de italianos abandonados: pagarán las consecuencias directamente, tanto penales como económicas”, advirtió. Y aseguró que en la manifestación pro-Gaza del 22 de septiembre pasado, encapuchados que provocaron incidentes en la estación central de Milán, causaron daños por 200.000 euros. “No es justo que los italianos paguen; quien organiza una manifestación debe rendir cuentas de lo que sucede”, clamó.
Mañana, sábado, se espera otra masiva manifestación en esta capital, que fue organizada por el colectivo de palestinos en Italia seis meses atrás, siempre en solidaridad con Gaza.
Con el mismo objetivo y a la espera de saber qué ocurrirá con el plan de paz de Donald Trump —considerado más bien un ultimátum—, una nueva flotilla navega rumbo a la Franja de Gaza. El jueves zarparon 45 embarcaciones civiles desde el puerto de Arsuz, en el sur de Turquía, a las que se sumaron naves procedentes de Italia, entre ellas la Conscience, que transporta a 130 activistas, médicos y periodistas, además de 18 toneladas de ayuda humanitaria.
 
															 
															 
															 
					 
							 
															
 
			
 
		 
		 
		