Nada pasaba en la tranquila y cálida noche mendocina. Independiente Rivadavia y Riestra se encargaban de cerrar el campeonato de la Liga Profesional que tuvo como ganador al Vélez de Gustavo Quinteros el pasado domingo. No había diferencias en el juego entre estos dos equipos ya sin chances de ninguna pelea y el resultado estaba clavado en el 0 a 0 (y así terminó). Hasta que sobre el final de la primera parte empezaron las polémicas para todos.
¿Qué pasó? De todo. Primero, el defensor local, Iván Villalba saltó a rechazar una pelota de cabeza, pero el delantero de Riestra, Gustavo Fernández, fue con el codo sobre la frente del rival. El hombre del cuadro de Alfredo Berti quedó tendido y rápidamente notó que tenía sangre.
El árbitro, Juan Pafundi, que dirigía su quinto partido en este torneo, le mostró la tarjeta amarilla a Fernández. La jugada no dejó muchas dudas. El atacante miró de reojo a Villalba antes de saltar y decidió ir con un codazo artero que puso en riesgo la integridad del zaguero. Y le produjo un corte que generó un sangrado por todo el rostro.
Villalba fue con su cara cubierta de sangre a reprocharle al juez por la expulsión. Pafundi esperó el llamado del VAR. Apenas unos segundos después, dio la orden para que el juego continuara como si nada, mientras al defensor le vendaban la cabeza a un costado del campo.
El VAR consideró que el codazo no fue intencional y que se trató de una acción del juego… Al menos, debió haber invitado al árbitro principal a ver la jugada en el monitor. Definitivamente era para tarjeta roja. Todo Independiente Rivadavia protestó al final de la primera parte.
En el segundo tiempo, el que pegó un duro planchazo fue Tobías Ostchega sobre Cristian Paz. Ahí quienes se quejaron fueron los de Riestra. Pafundi volvió a apelar a la amonestación, aunque también ameritaba mínimamente una revisión de las imágenes.
La noche tuvo más polémicas todavía. El VAR debió intervenir para anular un gol de cabeza de Mauricio Cardillo. ¿Por qué? En el inicio de la jugada, en el área de enfrente, Sheyko Studer le había cometido falta a Jonathan Herrera por un claro agarrón de camiseta cuando se iba de cara al arco que el árbitro había ignorado.
La cuestión es que Herrera había partido en posición adelantada. Por lo tanto, después de analizarla por el monitor, el juez anuló el tanto de Independiente Rivadavia y retrotrajo todo para sancionar el offside y cobrar tiro libre indirecto en favor del propio equipo local. Esta decisión fue correcta ya que el gol quedaba invalidado por la infracción y la infracción quedó invalidada a su vez por el fuera de juego.
Para rematar un partido de locos, ya dentro de los 10 minutos adicionados, se encendieron los fuegos artificiales desde los cuatro costados, puestos por la dirigencia de la Lepra mendocina, algo que obligó a esperar un par de minutos más. Al final, todo terminó sin goles, pero con polémicas por todos lados.