Llegó furioso acompañado por su abogado y entró al juzgado de Julián Ercolini, en el cuarto piso de Comodoro Py, para presentar un escrito como descargo y dispuesto a responder preguntas. El ex jefe de la Policía Federal de Cristina Kirchner, Román Di Santo, fue imputado por el desastre en la escena del crimen tras el asesinato del fiscal Nisman.
Junto con Di Santo fue también imputado el ex jefe de la Prefectura, Luis Alberto Heiler. Este funcionario sólo fue al juzgado a notificarse y espera su llamado a indagatoria.
Las imputaciones hacia estos ex funcionarios por los «descuidos» y el evidente borrado de pruebas que hubo en el departamento de Nisman durante la madrugada del 18 al 19 de enero de 2015 habían sido pedidas el año pasado por el fiscal que tiene delegada la investigación del asesinato de Nisman, Eduardo Taiano.
Cuando lo hizo, Taiano describió «la existencia de concretas y graves irregularidades cometidas por los funcionarios públicos en el departamento donde fue hallado sin vida el fiscal Nisman».
Y sostuvo que «esas irregularidades podrían poner en riesgo el descubrimiento completo de la verdad».
Es decir, que las pistas que se perdieron hace diez años ya no pueden recuperarse.
El fiscal Nisman fue hallado con un tiro en la cabeza en su departamento del complejo Le Parc, en Puerto Madero, minutos después de las diez de la noche del domingo 18 de enero de 2015.
Apenas cuatro días antes había denunciado a la presidenta Cristina Kirchner y a varios miembros de su gobierno por hacer un pacto con Irán para tratar de garantizar la impunidad de los acusados de volar la AMIA (1994, 85 muertos).
«Ahora sabemos con exactitud y sin lugar a dudas que se pasaron por alto evidencias determinantes para la investigación, como por ejemplo la existencia de una tercera vía de acceso al departamento que nadie advirtió durante el procedimiento, o que no se tomó la temperatura del cuerpo ni del baño…», argumentó Taiano.
La tercera vía de acceso era -además de las puertas principal y de servicio de la vivienda- una puerta que daba al recinto donde estaban los equipos de aire acondicionado y que comunicaba el departamento de Nisman con otro vecino.
Increíblemente, eso no fue advertido aquella madrugada, a pesar de que por el departamento de Nisman muerto caminaron más de 60 personas.
Una evidencia del desastre: aunque Nisman vivía allí, en el departamento no hallaron una sola huella del fiscal.
En cambio, sí apareció una huella digital de uno de los prefectos que estaba a cargo de preservar el lugar.
Es decir: los investigadores no sólo no encontraron huellas de los potenciales asesinos, sino que dejaron las suyas.
El Subsecretario de Seguridad, Darío Ruiz (segundo de Berni en 2015) y el ex Prefecto General Luis Alberto Heiler, ahora imputado.El descontrol de los que debían cuidar el lugar fue definido por el perito Osvaldo Raffo, acaso el forense más respetado en la historia del Cuerpo Médico Forense de la Corte, como la acción de «una manada de búfalos».
El prefecto Horacio Aranda, que debía preservar el dormitorio de Nisman, declaró: «Me fue imposible evitar que funcionarios políticos y de otras fuerzas de seguridad accedieran al dormitorio principal». Cuando habla de funcionarios políticos se refiere principalmente a Sergio Berni, entonces secretario de Seguridad del gobierno de Cristina Kirchner.
En su descargo ante Ercolini, el comisario Di Santo dijo varias veces que él estuvo en la escena del crimen por orden de Berni, y se mostró indignado por la imputación en su contra, a la que llamó «descabellada».
Di Santo presentó el escrito junto a su abogado el martes de la semana pasada, un día antes de que fuera citado al mismo juzgado el ex presidente Alberto Fernández para declarar por la causa de corrupción con los seguros.
Di Santo -jefe de la Federal desde diciembre de 2012 hasta marzo de 2016- sostuvo que él sólo era un auxiliar de la justicia y que actuó en todo momento con los funcionarios judiciales adentro del departamento.
También, que los peritos de la Federal que él comandaba trabajan por un principio de «división de roles inferiores», propios de cada especialidad.
Es decir, que según su mirada, el jefe de Policía no sería responsable por los errores que pudieran cometer sus subordinados técnicos.
Di Santo aseguró que él no impartió «ninguna orden ilícita ni inmoral» durante el operativo del desastre.
Es decir, deslindó responsabilidades en sus subordinados y en sus superiores. Sobre todo en Berni, que caminaba por la escena del crimen mientras hablaba por teléfono con Cristina Kirchner.
Cuando declaró como testigo sobre aquella noche, Berni le dijo a la fiscal Fein que había hablado sólo dos veces con la Presidenta. Una cuando iba en camino hacia el departamento del fiscal y la otra cuando confirmó en el lugar que Nisman estaba muerto.
Pero las pericias sobre los cruces telefónicos que figuran en el expediente determinaron luego que llamó a Cristina 11 veces más que las que él admitió. Y que Cristina Kirchner lo llamó a él 18 veces durante la misma madrugada.
Cinco de esas 31 comunicaciones sucedieron en un lapso de dos horas y mientras Berni estaba caminando por el departamento de Nisman.
La misma escena del crimen que terminó con la pistola usada para matar a Nisman limpiada con papel higiénico mientras los peritos filmaban, sin huellas de nadie y con testigos que incluso comían y bebían en lo que debía ser un lugar sagrado para la investigación.
Las imputaciones contra Di Santo y Heiler son las primeras que llegan por aquel desastre en la escena del crimen, pero podrían no ser las últimas.
