Guarenas, el lugar donde nació el Caracazo y la «victoria» del chavismo se vivió en silencio: «Maduro nos abandonó»

Al bajar de la amplia autopista de tres carriles que llega desde Caracas, esqueletos de hormigón custodian la entrada a Guarenas, una ciudad a 35 kilómetros al este de la capital de Venezuela. También se diseminan edificios bajos, condominios, una zona de industrias, pocas torres de viviendas y un orgullo. En 1989 acá nació el Caracazo, la fuerte protesta social que arrancó por los aumentos en el transporte y los precios que se propagó por el país y terminó con el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Y con tibieza, la semana pasada volvió a despertar contra Nicolás Maduro.

El derrotero del éxtasis por el precio del petróleo en los ’70, cuando la tierra de Simón Bolívar fue conocida como la «Venezuela Saudí», terminó con una receta de fuerte ajuste de Carlos Andrés Pérez. Endeudado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), anunció un recordado «Paquete Económico».

La suba del transporte que comunicaba a Garenas con Caracas provocó protestas, desmanes, represión y vandalismo. Como un incendio forestal, se contagiaron otros barrios populares y Caracas fue un caos. Antes, como ahora, se habla de cifras oficiales y extraoficiales. Las impartidas desde las instituciones de 1989 certifican 276 muertos, las no institucionalizadas las cuentan de a miles.

De ese descontento social germinó el golpe de Estado que Hugo Chávez dio en 1992. Pocos años más tarde, nació el chavismo como partido político, con foco en responder a esa demanda.

Pero hoy, Guarenas ostenta el símbolo de la promesa incumplida de un gobierno popular que devino en régimen autoritario. Las columnas de hormigón en el ingreso, son las columnas de un tren elevado para ir a Caracas que quedó a medio hacer. Lo anunció Chávez y adjudicó la obra a la brasilera Odebrecht. Se postergó la finalización y en medio del escándalo de corrupción de la firma de Brasil, que en Venezuela no tiene detenidos, los trabajos se detuvieron.

Según cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), en la elección de la semana pasada estaban habilitadas para votar 160 mil personas. El resultado es incierto porque el mismo CNE aún siete días después de la elección no mostró datos por región, ni las actas que le reclama la oposición y gran parte de los gobiernos del mundo. Pero el resultado se puede percibir.

«Cuando gobernaba (Hugo) Chávez, había festejos incluso el domingo de la elección gritos por la ventana. Cuando a la medianoche leyeron el boletín por la televisión solo hubo silencio«, comenta Karen (37).

El silencio del domingo de la elección dio paso a un cacerolazo el lunes a media mañana, mientras Caracas estaba de luto, con movimiento de feriado, reconocido por el propio régimen. Aunque en la versión chavista, en boca del Fiscal General, Tarek William Saab, fue un día de reflexión en las casas por la victoria.

Cuando en un trámite exprés Nicolás Maduro fue el lunes al mediodía a recibir el diploma como presidente electo al CNE, en la capital venezolana bajaron desde el popular barrio Petare, uno de los más grandes de América Latina y se produjo un violento choque con la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Las protestas se reprodujeron en distintas ciudades de Venezuela, también en Gaurenas.

Hace más calor que en Caracas, está más cerca del mar, aunque sin playa. Rodeada de sierras cubiertas de verde, los barrios populares también se formaron en la silueta montañosa y se divisan mejor de noche las pequeñas luces se ven en altura.

«Aquí todos recuerdan el Caracazo. No creo que se vuelva a dar algo igual originado acá. Pero la obra del Metro parada significa que Maduro nos abandonó», le cuenta a Clarín Carlos, que trabaja en el parque industrial.

En las redes sociales hay videos con los cacerolazos en los condominios que tiene tres pisos de altura y ladrillo a la vista. Pero el lunes pasado hubo protestas, al igual que en la contigua Guatire. Sin información oficial, las ONGs y los distintos medios contabilizan al menos 22 detenidos en las manifestaciones contra el fraude electoral.

Pero además de los detenidos hay un muerto. Carlos Porras, de 26 años. Vivía en la barriada de La Vaquera, en Guarenas, y había salido a manifestarse contra el fraude. Estaba casado, era padre de dos hijos y lo apodaban afectuosamente «Bigote». Murió el lunes pasado de un balazo en el tórax.

«Con profundo dolor informamos el fallecimiento de Carlos Porras, quien en vida fue buen amigo, padre y esposo. Hoy te vas, pero dejas un bonito recuerdo de tu personalidad plasmado en todos los que te conocimos», dice el mensaje en las redes sociales.

Amigos y familiares aseguran que murió como un «héroe» al defender a su barrio. «Moriste como los Vaqueros, dando la vida. Todos tus parroquianos te recordaremos con orgullo», posteó uno de sus amigos desde el barrio que 35 años después se volvió a despertar con una protesta social.