En una acción militar que sacude el equilibrio en Medio Oriente, Estados Unidos confirmó la destrucción total del complejo nuclear subterráneo de Fordow, una de las piezas más resguardadas del programa atómico iraní. La ofensiva, ejecutada con precisión quirúrgica, desató una ola de reacciones en la región y en el tablero diplomático global.
La base de Fordow, enclavada en una montaña y considerada a prueba de bombas convencionales, operaba como centro neurálgico para el enriquecimiento de uranio en niveles cercanos a los de uso militar. Su eliminación representa un revés técnico y simbólico para las ambiciones nucleares de Teherán.
El expresidente Donald Trump se atribuyó la decisión del operativo y lo calificó como un «acto de defensa preventiva». Voceros del Pentágono aseguraron que no hubo víctimas civiles y que la acción fue “limitada y precisa”.
La comunidad internacional observa con preocupación el impacto de este ataque, que podría generar una respuesta de represalia por parte de Irán y reavivar los temores a una confrontación abierta en la región.