Un esquema que solo había utilizado una vez en su breve ciclo. Más de una hora con el mismo equipo. Cambios que llegaron tarde, uno de ellos cuando apenas quedaban tres minutos y el último, en tiempo adicionado. Fernando Gago sorprendió con la línea de cinco y decidió morir con las botas puestas. Pareció un capricho sostener el dibujo táctico hasta el final y cuando encaró los micrófonos en la conferencia de prensa, comentó una realidad paralela que agitó la bronca de los hinchas, calientes por la derrota, en las redes sociales.
Una vez más, Gago quedó en deuda, justo en un partido clave. Porque aunque es cierto que Boca ya está clasificado a los octavos del Torneo Apertura, y que probablemente pueda definir la instancia final en la Bombonera, el Superclásico lo interpelaba. Ya había perdido en las semifinales de la Copa Argentina ante Vélez y había quedado eliminado de la Libertadores, nada menos, en la fase 2 contra Alianza Lima. Necesitaba dar la talla, no estuvo a la altura en el Monumental y su estabilidad es frágil. Ya se había puesto en duda su continuidad después de la caída con los peruanos. Su futuro dependerá de la definición del campeonato.
Con 9 victorias en las últimas 10 fechas, ¿por qué decidió cambiar y apostar a un sistema que solo había usado una vez en 30 partidos? Fue contra Lanús en la Fortaleza, un 5-3-2 que también terminó en derrota cuando recién comenzaba a transitar su derrotero en Boca. Gago explicó: “Intentamos jugar con el posicionamiento de Miguel (Merentiel). Al no tener a Milton (Giménez) y a Edi (Cavani) en esa posición para fijar a los dos centrales, sabíamos que iba a ser un partido donde -por momentos- teníamos que defender en una situación media. A partir de eso íbamos a tener más presión interna por parte de ellos. Buscamos tener situaciones de mano a mano con Lautaro con el lateral de ellos y buscar situaciones de ataque”.
Los laterales estuvieron contenidos. Recién el segundo tiempo se soltaron. El técnico, de todos modos, nunca quiso desarmar el esquema inicial. «Estábamos en una situación en la que teníamos el control del partido. Atacábamos muy bien y defendíamos muy bien en una zona alta. Preferí no cambiar porque jugar con tres centrales implica tener más control del partido», apuntó. “Ayrton (Costa) terminó jugando más de lateral (por la izquierda) y teníamos tres contra dos en toda la fase de la izquierda. Creía que eso era lo mejor. Tratar de poner más gente en ofensiva te quita los espacios en donde defiende el rival», agregó.
Los primeros dos cambios fueron Lautaro Di Lollo y Exequiel Zeballos por Rojo (amonestado y al borde de la expulsión) y Tomás Belmonte. Hubo más profundidad con el Changuito, pero el equipo recién tuvo situaciones con dos pelotas paradas que resolvió Franco Armani. Llamaron atención las otras dos variantes: Marcelo Saracchi reemplazó a Lautaro Blanco a 3 minutos del final y Brian Aguirre, que en el último mes y medio jugó ¡240 segundos!, ingresó en el primero de los 5 minutos adicionados por Nicolás Ramírez. Sí, se guardó una modificación. Alan Velasco, por el que Boca pagó 10 millones de dólares, se quedó sentado en el banco.
“Me voy con bronca por el resultado, porque vinimos a tratar de ganar y jugar. En el segundo tiempo tuvimos chances y también, errores. El equipo tenía la pelota y trataba de generar las situaciones. Llevamos a un posicionamiento bajo para defender. Tuvimos dos o tres claras para empatar el partido”, analizó.
Gago se quejó del árbitro: “Los comentarios que tuve con el árbitro solamente eran porque en 20 minutos teníamos tres amarillas. En el campo yo no la veo si es para tarjeta o no. Me pareció un poco exagerado y ya condicionó”. ¿Era necesario hablar del referí cuando no tuvo incidencia en el resultado?
El técnico se retiró cuestionado. Nunca pudo vencer a Marcelo Gallardo. Ni en Aldosivi ni en Racing. Tampoco, con Boca. Y ahora volverá a enfrentarse a los reproches internos.