En San Juan hay un frío que te hace reconsiderar la vida: los calefones lloran, las estufas susurran y los vecinos empiezan a hablarle a los radiadores. Y en medio de todo esto, emerge nuestro héroe, nuestro titán de la indiferencia: el diputado Fernando Patinella. Sí, Patinella, ese mismo que votó en contra de que la gente tenga calefacción digna en las Zonas Frías, como si el calor fuera un lujo conceptual y no un derecho básico.
Uno podría pensar que lo hace por estrategia política, por convicción ideológica… pero no. Patinella es un poeta del frío. Un filósofo del hielo. Un visionario del “chillismo extremo”. Mientras los demás legisladores decían “sí” al bienestar de 120.000 sanjuaninos, él estaba ahí, abrazando un cubito de hielo imaginario, murmurando: “Sí, esto es arte… el arte de congelar a la gente”.
Se lo imagino así: llega al despacho, se quita los guantes… y siente la tibieza de su conciencia. Pero solo por un segundo, porque enseguida la reemplaza con un escalofrío existencial que dice: “La gente no necesita calor… necesita aprender a filosofar con los dedos congelados”.
Gracias a su histórico voto en contra, San Juan pudo experimentar nuevas formas de deporte extremo: duchas polares matutinas, desayuno con guantes, peleas con el ventilador de la cocina para ver quién sobrevive más tiempo sin tiritar. La calefacción no es solo un servicio, es un juego de supervivencia patrocinado por Patinella.
Y no termina ahí: Patinella inventó la “técnica del hielo legislativo”, consistente en decir muchas palabras filosóficas mientras afuera la gente se congela. Un método revolucionario que mezcla política, comedia y slapstick: imaginen a Patinella caminando por la Legislatura con bufanda, gorro y un termo de agua caliente que nunca comparte.
Al final del día, Patinella no vota en contra de la calefacción: vota a favor de la comedia involuntaria, del stand-up político en vivo, del concepto de que los ciudadanos pueden transformarse en pingüinos pensantes mientras él toma notas de su propia genialidad.
Si alguna vez sienten frío en San Juan, no culpen al invierno, culpen al diputado que convirtió la política en un reality show de congelamiento colectivo. Patinella nos enseña que la verdadera virtud está en soportar el hielo… mientras alguien, muy lejos, se ríe calentito.

