Enzo Trossero es un guerrero. Conserva su cabellera rubia y sus ojos celestes con una mirada profunda y penetrante. También la línea de su espalda, enorme y pesada. Con poco esfuerzo se aprecia su fisonomía de vikingo y no necesita llevar un hacha en la mano para intimidar a quien se cruce en su camino. Dice que irse de la casa de sus padres en Esmeralda, Santa Fe, a los 12 años lo hizo más fuerte, como si nunca hubiese sido un niño, como si hubiera nacido ya hombre. Se lo recuerda fuerte, espigado, con la camiseta de Independiente roja y el seis en la espalda. Un defensor goleador «y sin patear penales», aclara. A los 71 años entiende que ya no lo llaman para dirigir por la edad, pero todavía tiene ganas de aportar su expertise en el club donde es una leyenda.
“Lo que más indigna a los viejos no es que los jóvenes los maten, sino que los consideren innecesarios, prescindibles, como si ya hubieran vivido demasiado”, la frase en la voz narrativa de la novela Diario de la guerra del cerdo (1969), de Adolfo Bioy Casares, puede ayudar para entender las emociones de Trossero, que saca a relucir su currículum.
«Dos años en Francia, cuatro años en Suiza, tres años en Guatemala, cuatro años en Arabia Saudita, estuve bastante afuera. Y compitiendo en todos los países. No hay como el fútbol argentino, por eso los jugadores argentinos están en los mejores equipos del mundo. El fútbol argentino tiene unas divisiones inferiores extraordinarias», analiza para romper el hielo.
«Yo pienso que se va mucha gente rápido. Antes un equipo duraba cinco, seis, siete, ocho años. Hoy en día arman un equipo y al año lo desarman. El fútbol argentino tiene jugadores por todas partes del mundo. Por ejemplo, ¿quién lo conocía a (Alejandro) Garnacho? Ni el loro. Y así un montón».
Cree que «antes también aparecían muchos jugadores. Yo empecé a jugar en el 72 y cuando me pongo a pensar en la defensa de Colón estaba (Héctor, Chocolate) Baley en el arco, Aráoz que vino a Racing, Villaverde que vino a Independiente, Trossero que vino a Independiente, Edgar Fernández a Estudiantes, el chaqueño (Rodolfo) Zimmerman y éramos todos pibes de 20 o 21 años, también había muy buenos jugadores. Siempre digo lo mismo, para jugar en el fútbol argentino tenés que ser bueno».
Trossero sabe bien de lo que habla. Su recorrido no se limitó a brillar en el país con la camiseta de Independiente: su carrera como jugador y técnico lo llevó por Europa, Centroamérica y Asia. “El Nantes por mí pagó 400.000 dólares, que en ese momento era mucho dinero. Yo en Nantes, jugando de defensor central, en dos años metí 13 goles. Yo ahora valdría muchísimo dinero”, dice con un dejo de orgullo por esos números que lo distinguieron incluso en un puesto que no suele figurar en las planillas de goleadores.
El salto a Medio Oriente, donde dirigió durante cuatro años entre Al-Shabab y Al-Ittihad (el mismo club en el que sucumbió Marcelo Gallardo), le dejó recuerdos imborrables y una perspectiva única sobre el crecimiento del fútbol y la sociedad en esa región. “El fútbol ha evolucionado. Ahora aparecen nuevos mercados como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Fijate que Cristiano Ronaldo juega en Arabia y es goleador. Pero ya lleva más de 100 partidos y no salió campeón. Mi experiencia fue muy buena, nunca me voy a olvidar cuando salimos campeón con Al-Ittihad y le ganamos al Al-Hilal la Copa del Rey. Cuando llegamos a Jeddah era impresionante los cientos y cientos de personas que llegaron a buscarnos a nosotros. Son fanáticos del fútbol y quieren mucho a la Argentina”.
Pero su mirada va más allá del césped. La transformación cultural de los países árabes también lo impactó. “Claro que sí, que van a mejorar. Sí, porque no solamente en el fútbol. Primero, fíjate en la época mía, ¿eh? Estamos hablando del 2012 o 2013. Las mujeres no podían manejar, ahora manejan. Las mujeres no podían trabajar, ahora trabajan…”, enumera con asombro y respeto. En su voz se adivina una mezcla de sorpresa y admiración por esos cambios sociales, prueba de que su experiencia internacional le dejó algo más que títulos. Y también conocer una nueva cultura.
-¿Fuiste a ver carreras de camellos?
-¡Si!, no ponen jockey, ponen un muñequito arriba del camello. Un robot, que le va pegando al camello para que corra. Y los camellos que no son aptos para correr, los comen: las costillas son grandes. Te voy a decir algo que me sorprendió: el presidente de Al Shabab nos llevaba a la montaña y ahí estaba lleno de camellos. Y una vez preparó a un camello para tener relaciones con una hembra. Al camello macho lo tienen que atar y su músculo viril es como una lagartija y lo tienen que atar porque le cuesta tener relaciones y si no lo atan, mata a la hembra.
-¿Por qué volviste de Arabia?
-Porque siempre fui de ida y vuelta, qué sé.yo Cuando vos decís «no», después te arrepentís a morir. De hecho, cuando estaba en la selección de Suiza, que estaba genial. De repente me fueron a buscar de Independiente y yo me volví. Entonces todos mis amigos, mi familia, me decían ‘estás loco’. Cuatro meses duré en Independiente. Es el único trabajo o el único deporte en que te echan en cualquier momento.
Un campeón sin corona en la Selección Argentina

Enzo Trossero también sabe lo que significa vestir la celeste y blanca. Jugó 22 partidos con la Selección Argentina. Fue parte del plantel que viajó al Mundial de España 1982 convocado por César Luis Menotti, aunque no sumó minutos. Luego, Carlos Salvador Bilardo lo eligió como titular durante toda la Eliminatoria rumbo a México 1986. Sin embargo, a último momento, lo dejó afuera de la lista definitiva. Como Giovani Lo Celso y Nico González en Qatar 2022, marginados por lesiones de último momento, Trossero quedó al borde de la gloria pero no por una lesión, sino por una polémica decisión «táctica» del Doctor.
A la distancia, sin rencores, valora con claridad lo que representa la Selección actual. “Fui instructor FIFA durante dos años y medio, dando cursos por todo el mundo. Indudablemente el director técnico, Lionel Scaloni, con sus ayudantes, son tipos muy buenos”, dice, y rescata una imagen que para él fue más simbólica que cualquier táctica: “Quedó demostrado en el último triunfo contra Brasil, cuando Scaloni abraza al jugador brasileño (por Raphinha) y se emociona. O sea, son unos señores. Por lo tanto, los jugadores se comportan como señores”.
Su mirada sobre el funcionamiento del equipo es entusiasta, aunque siempre matizada por su experiencia. “Son todos buenos. Sale un lateral y entra otro. El otro día no jugó Messi, no jugó Lautaro. Se fue Di María. Pero siguen igual. El arquero hace una cosita de más, pero es impresionante”, analiza.
“A veces es comprensible hablar con gente fanática, pero que no jugó nunca”, suelta en voz baja, quizás como una crítica elegante al exitismo o a las opiniones apresuradas. Y cierra, elogioso pero con firmeza: “Es un cuerpo técnico muy capaz, fueron muy buenos jugadores. Hablan poco, pero hacen mucho”.
Independiente, el club que lo vio brillar

Trossero pone el foco en el equipo de Julio Vaccari y le gusta: «Yo lo veo bien a Independiente. Hay cosas siempre fundamentales. El arquero es muy bueno y el número nueve hace goles. Hay buenos jugadores. Lomónaco es muy bueno. Es joven, pero muy bueno».
-El otro día decías que no hay ex jugadores trabajando en el club…
-Es la realidad. Ya tengo 71 años y no tengo necesidad de mentir.
-¿Y ahora por qué no trabajás de técnico?
-Porque no me llaman. Y no me llaman por la edad.
-¿Te gustaría que te llamaran?
-Me gustaría ser un acompañamiento. Creo que sé de fútbol. Y acompañar. Como un secretario técnico o un mánager. Que la mayoría de los equipos lo tienen, menos en Independiente. Bah, creo que ahora trajeron a (Martín) Tocalli y Diego Colotto.
-¿Y te tocó con (Ariel) Holan, que en algún momento estuvieron las glorias?
-No estuvieron nunca con Holan. Yo me reuní con Holan. No puedo hablar de Holan. Todos sabemos un montón de cosas. No puedo hablar.
-No, me llamó el secretario. Boludeces. Sabés lo que pasa, que muchos piensan que los jugadores de antes estamos regalados y la vida no es así. Por supuesto que debe haber gente que está muy mal y fueron jugadores de Independiente. Pero no todos son así. Qué se yo, yo respeto a todos. A los dirigentes también, estos dirigentes han hecho cosas buenas y han mejorado.
-Vos sos muy frontal y eso a los dirigentes le tienen un poco de miedo…
-Puede ser. Está perfecto. Yo hice mi vida, hice mi carrera. Yo no me la jugué toda en el casino. Cuando vos ves a los ex jugadores de Independiente que no están, bueno (Néstor) Clausen está en Bolivia, Huguito (Villaverde) se fue (falleció en 2024), el Loco Enrique no está, (Carlos) Goyén no está, Ricardo Giusti no está; el Bocha está ahí, va, viene… El único que está es (Osvaldo) Santoro, el Chivo Pavoni y Pancho Sá.
Minutos antes de iniciar la charla con Clarín, a Trossero le vibra el celular. Casualidad divina, quien envía mensajes del otro lado de la línea es Rodrigo Rey. «Sabés lo que me puso -lee la pantalla de su teléfono móvil-: ‘Nos encantaría que vengas al campo de entrenamientos porque vos sos una gloria de Independiente y eso representaría mucho para nosotros…’ Me emocioné«.

«Nunca acepté el paladar negro, ¿viste? Ni fu, ni fa», Trossero recuerda al equipo de las décadas del 70 y del 80, admite que a jugadores como Omar Larrosa y Norberto Outes los insultaban desde la platea, pero destaca que «Larrosa siempre estaba solo, no sé cómo hacía, pero yo levantaba la cabeza y él estaba solo» y que «el Beto hacía goles como loco».
-¿Por eso quizás después te identificaste más con Bilardo que con Menotti?
-No es que me identifiqué más, es que me dio más bola. El Flaco Menotti me llevó a la Selección, pero no hablé con él.
-¿Y con Julio Grondona cómo te llevabas? Vos viste muy de cerca su paso de Independiente a la AFA…
-Bien, yo con los directivos siempre me llevé muy bien…
-No te defendió mucho cuando te expulsaron en Córdoba… (NdeR: Trossero fue uno de los tres expulsados por el árbitro Roberto Barreiro en la épica final del Nacional 77)
-No creo que pudiera. El informe de Barreiro fue muy malo. Sacá la cuenta que a Barreiro… Después me hicieron un reportaje con Cherquis Bialo y yo lo ataqué bastante a Barreiro y él salió después, dijo que no era cierto lo que yo decía pero a los tres meses lo retiraron.
La hazaña de Independiente en Córdoba, la mayor de su historia, cobró una gran magnitud también porque trascendió lo futbolístico. Eran tiempos de dictadura militar en Argentina y había un vínculo fuerte entre el presidente de Talleres, Amadeo Nuccetelli y el por entonces comandante del III Cuerpo de Infantería de Córdoba, el represor Luciano Benjamín Menéndez. No fueron pocos lo que aseguraron tiempo después que los vieron antes del partido en el vestuario del árbitro, Roberto Barreiro.
-¿Y a la dirigencia actual de la AFA cómo la ves?
-Y bueno, ha conseguido unos triunfos impresionantes, ¿qué se le puede decir?
-¿Y el fútbol local? ¿Te gusta el torneo de 30 equipos?
-Yo soy un acérrimo defensor del fútbol argentino. A mí me encanta. Con dos equipos menos, cuatro equipos menos, qué sé yo. Yo soy espectador, no soy dirigente. Yo opino del juego, lo que veo. Lo hago como ex jugador profesional, como técnico, como jugador de la Selección, como un tipo que estuvo 12 años en el extranjero, como instructor de FIFA, bla bla bla… Pero está en los dirigentes en votar si son 20 equipos, 24 o 35. Después yo veo que se habla mucho, sobre todo este diario que está en contra de Tapia, hablan que ayudan a los equipos de Tapia. Y no es así. Se matan jugando, se matan corriendo. Porque si vamos desde atrás, reaparece Maradona, cancha de Boca, con el pelo amarillo jugando contra Colón de Santa Fe, Enzo Trossero era el técnico de Colón. ¿Recordás ese partido? Nos entregaron. Y estamos hablando 25 años atrás. Nos entregaron porque reaparecía Maradona. Caniggia le pegó una patada a (Dante) Unali, lo rompió todo. Ahí, donde apareció (Julio César) Toresani. ¿Te acordás? Que Maradona lo invitó a una plaza…
-¡A Segurola y La Habana!
-Claro. Es así, esto es fútbol. Sino andá a Europa y mirá cómo lo favorecen al Real Madrid y al Barcelona. Acá sería un escándalo. Ahí sí que te das cuenta que van para un lado. Imaginate si acá fuera así para Boca o para River. Es que si favorecen a Boca, favorecen a River, favorecen al equipo de Chiqui Tapia, ¿a quién desfavorecen? Todos son favorecidos.