Por: Rubén Lasagno) – El kirchnerismo es un fenómeno político y sociológico negativo. Político, por obvias razones; ha nacido en el útero de la clase dirigente provincial y crecido en el nacional; se ha “perfeccionado” desde el 2003 en la liga mayor donde desarrolló los peores y más ruines objetivos que tenía meticulosamente calculado a través de las mentes delictivas de Néstor y Cristina; y sociológico porque se transformó en poco tiempo en lider de esa masa amorfa que los políticos denominan “la gente”, fue un hábil catador social, aprendió rápidamente a cooptar voluntades y aplicó acciones política altamente perjudiciales para todos los argentinos, quienes sufriríamos las consecuencias en el largo plazo, pero en el mientras tanto, logró que la masa les creyera su patraña del Estado benefactor, sin darse cuenta que cuando les regalaba las muletas, era porque ya les había contado las piernas.
Lo advertimos hasta el cansancio en aquellos años, pero la necedad de la masa, en política denominada “pueblo”, hizo el resto y le permitió a una banda de criminales, saqueadores del Estado, procaces y mentirosos, permanecer 16 años en el poder y lo peor, volver reiteradamente.
Valga esta introducción para decir claramente que haber sufrido al kirchnerismo en Argentina, no ha sido decisión de los kirchneristas (solamente), fue, en gran parte, decisión de un porcentaje importante de argentinos, que lo permitieron.
Néstor Kirchner, un perfecto desconocido, asumió la presidencia en 2003 por deserción de Menem, con el 22,25 %. Cristina Fernández en el 2007 ganó lo que estaba planeado como una carrera de posta con su marido solo interrumpida por la muerte, con el 45,29%. Cristina Fernández, esta vez favorecida por la viudez en 2011, tras lo que di en llamar “el voto emotivo”, volvió a ganar con el 54%. Luego de un intervalo de 4 años en los que la gente asqueada votó a la oposición (Macri), después de conocerse la descomunal corrupción que desplegó el kirchnerismo entre 2003 y 2015, Cristina Fernández en el 2019 volvió con el mismo partido (FPV) renombrado y con pelaje de especie mejorada, armó un monigote llamado Alberto Fernández, a quien puso como mascarón de proa y lo vendió como estadista mientras ella desde atrás, en la vicepresidencia, planeó manejar al idiota.

Con esa rancia fórmula (Alberto/Cristina) la viuda logró imponernos a los argentinos una nueva desgracia. Y el 48,24% de los argentinos empadronados, votaron en ese año al kirchnerismo por 4 años más.
Finalmente, en el 2023, después del desastre descomunal que terminó dejando a la Argentina fundida y de rodillas, Cristina eliminó de la grilla “al gordo boludo”, como le decía a Alberto Fernández en privado y ungió al maleable Sergio Massa, un K disfrazado de corea del centro, que no ganó porque, en su ambición desmedida, tuvo la mala idea de jugar a ser ministro de economía, destruyó al país y chocó la calesita sin tener seguro. Aún así, todo se definió en segunda vuelta donde, este nuevo “paquete” armado por la viuda para regalarnos el mismo perro con diferente collar, obtuvo el 44,3%.
No solo el chancho tiene la culpa
El dicho popular aplica perfectamente en este caso. Sin duda que esta gente permanezca en la política, es responsabilidad directa de quienes lo votan y los que lo hacen son argentinos, no senegaleses o haitianos.
Dicho esto, Javier Milei, quien cree que está en la presidencia por sus habilidades propias, se equivoca si infla su ego al punto de no ver la realidad ni evaluar las consecuencias. Está donde está, porque la gente en este país, incluyendo muchos kirchneristas, no tuvieron opción. Era él o el abismo, con lo cual, daba lo mismo que estuviera Milei o Juan Pérez, si le daba a la ciudadanía un escape al ruinaje político que nos venían sometiendo por 16 años y habían acrecentado en los últimos cuatro. Y así ganó Javier Milei.
Por eso quiero retomar la idea del principio: el kirchnerismo es un fenómeno político-sociológico negativo y su permanencia en el poder, es directamente proporcional al nivel de convencimiento, esperanzas o credibilidad que ha generado en una amplia franja de la población, que no es ya solo el 20 o 25% radicalizado que tiene la ex presidente condenada, sino que ha existido un alto porcentaje (casi otro 20%) de conciudadanos que han creído, pensado y optado por ellos, en cada elección, independientemente del monigote que encabece la propuesta electoral, sea Alberto Fernández, Sergio Massa o la propia Cristina Fernández.
Por esta razón, cuando dicen que el kirchnerismo está aniquilado, desaparecido, muerto y sepultado, creo que se están subiendo a un carro de triunfo inexistente, como aquel “no vuelven más” de Mauricio Macri, a quien le debemos haber sufrido otros cuatro años de Alberto y Cristina en el último tramo de esta historia.
La perversidad, es un rasgo distintivo
Con la explosión mediática de caso “mi querida Fabiola”, vuelve a ponerse en contraste lo que aparenta y lo que es el kirchnerismo núcleo, pero si algo le faltara a semejante descaro, así como parte de la sociedad no se hace cargo de haberlos puesto tantas veces en el gobierno, ellos (los K) se escinden de sus propios pecados y utilizan la fuerza de las responsabilidades que les caben en este deleznable hecho, para transformarla en ganancia de estos cuenta propistas políticos que pululan alrededor de la chorra, es decir, la condenada ex presidente que se robó un PBI y le sigue haciendo creer a los argentinos que la culpa es de los otros y ella está en El Calafate para salvarnos.
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Solo basta leer a los medios K, escuchar a la inefable Mayra Mendoza o a la propia Cristina Fernández, para darse cuenta que esta gente es enferma y tiene la capacidad de contagiar al resto, de ese virus maligno e indigno que arrastran desde su nacimiento como espacio político.
Mayra, lejos de hacerse cargo del degenerado que apoyaron en la fórmula presidencial del 2019 y vendían como un estadista, dio vueltas con su discurso, para terminar señalando que Alberto era tan malo que hasta maltrataba a Cristina.
Esa posición tan estúpida como increíble, es acompañada por periodistas como los de C5N o el propio Tenembaum, quienes proyectaron los delitos de Alberto como parte de un comportamiento psiquiátrico del golpeador, que puso en peligro a la propia Cristina Fernández, quien, según ellos, en algún momento dejó de intervenir en la discusión política, por miedo a lo reactivo que era el presidente… (¿?), cuando todos sabemos que el ninguneo y la forma de basurealo en público que detentó CFK sobre Alberto, hacía que éste último se quedara sin palabras y tartamudeara o dijera cualquier cosa, con tal de resultarle un poco más agradable a su inventora a quien solo le faltó decirle en público “yo pelotudo” como a Parrilli.
Y Cristina Fernández, sin ningún atisbo de solidaridad con la mujer golpeada, llevó agua para su molino, habló de ella misma y se puso en víctima, cuando en realidad es y ha sido la victimaria política de todos los argentinos, que estamos en la ruina gracias a sus desequilbrados dislates. Y los delitos cometidos por el energúmeno que dice que se quiere suicidar pero no arranca, es directa responsabilidad de ella al elegirlo para un cargo inmerecido.
Una pregunta para el final: le vaya como le vaya a Javier Milei, me cuestiono si los argentinos (todos o una parte) vamos a volver a creer en esta casta corrupta y absurda que aparece regularmente para decirnos que son distintos, que vienen mejorados y nos ponen algún idiota diferente cada vez, para convencernos de a quién debemos votar?. (Agencia OPI Santa Cruz)