Y gracias a esos numeritos caprichosos, Fabián Martín terminó quedándose en la Legislatura como quien se queda cuidando la mochila de los amigos en el boliche: porque alguien tiene que hacerlo y porque mover un pie sería un quilombo.
Empecemos por lo básico: Los que decián que Orrego lo quería a Martin bien lejitos, son los mismos que ahora dicen que «Marcelo necesita a Fabián».
Es evidente que la Legislatura iba a quedar más inestable que lavarropa cargado solo arriba. Fabián Martín es el tipo que con su experiencia política tiene capacidad para alinear la cantidad de diputados que se necesita para casos concretos.
Pero el verdadero drama se activó cuando llegaron los resultados electorales.
Porque si Martín ganaba como prometían las encuestas —esas que deberían declararse género literario fantástico—, ya se sabía que al menos cinco peronistas iban a abrir un bloque propio, encabezados por Eduardo Cabello -Sec. Gral. de la CGT SJ- ¡Los dip. prov. Hormigonera, Fratacho, Espátula y Mezcladora estaban listos para saltar del barco uñaquista como si hubieran visto humo.
Pero… chan chan chan…Martín salió segundo, y Andino ganó. Chiconi, el libertario, metió tantos votos que hasta él debe haber dicho “¿qué carajo pasó acá, quien mierda me voto tanto?”. Resultado: nadie abrió nada. Los cinco peronistas que iban a fracturar el bloque recularon más rápido que yo cuando vi el plan de la dieta que empiezo el lunes, (Lo estoy pensando todavia…)
—¿Bloque propio? Nooo, ¿quién dijo eso? ¡Fake news!
—Pero vos lo dijiste.
—Shhh. Nadie prueba nada.
Y volvieron al uñaquismo como quien vuelve con la ex porque afuera hace frío y en el nido extra que tenía se enteraron que era casado.
Los 34 puntos de Andino dejaron al oficialismo más nervioso que pollito en granja de KFC cuando lo vieron entrar a Jorge Escobar.
El 2027 ya se viene con forma de “puede pasar cualquier cosa”:
—Puede ganar Andino.
—Puede ganar Orrego.
—Puede ganar un holograma, total… Al peronismo se le dilataron las fosas nasales como mis perr-hijos frente al asado. El PJ dice:
—»Acá hay debilidad.
—¡Ataquemos!
—¿Podemos atacar?
—No, pero qué lindo es olfatear debilidad…».
Así que Fabián mando una carta expreso desde el Correo diciendo…
“Gracias por todo, pero me quedo. Me gusta la Legislatura, buena vista, tiene aire acondicionado y me gusta pasearme por la galeria de los ex vicegobernadores…”.
Así que Martín resignó la banca. Quedó sin querer como candidato testimonial, categoría política vapuleada y equivalente a “Lo pusimos como candidato porque estábamos seguros que ganábamos», ¿lo sufrirá o no?, quien lo sabe. Ahora, le dió un costado nítido al peronismo para que se lo enrostre en campaña o no.
Pero al final es política: o te quedás quietito, o te pasan por arriba, si hiciste bien las cosas antes, testimonial o no, la gente te votara. Martín se quedó, Orrego confia en él y Basualdo descansa tranquilo. Un Vicegobernador También puede salvarte el mandato, o enterrártelo. Y por las dudas Fabián que de esto sabe mucho: se quedó bien cerquita del gobernador.

