WASHINGTON.- El Departamento de Justicia estadounidense despidió a la fiscal federal de Manhattan, Maurene Comey, quien trabajó en el caso del depredador sexual Jeffrey Epstein e hija del exdirector del FBI James Comey, un hombre que estuvo enfrentado con Donald Trump.
Maurene Comey llevaba diez años en la fiscalía de Manhattan, que durante mucho tiempo ha sido considerada la de mayor prestigio en el Departamento de Justicia. Los casos que ella manejó incluyeron la acusación de tráfico sexual contra Epstein, quien se suicidó en prisión en 2019, y el reciente caso contra el rapero Sean “Diddy” Combs.
El gobierno de Trump ha tomado medidas para despedir a abogados del Departamento de Justicia que han trabajado en casos que han provocado la furia del presidente, y durante mucho tiempo Comey fue considerada un posible blanco dada la tensa relación de su padre con el presidente republicano en la última década.
James Comey era director del FBI cuando Trump asumió su primer mandato en 2017, tras haber sido designado por el entonces presidente Barack Obama. Desde el comienzo, la relación entre ambos fue tensa. En una cena privada en la Casa Blanca, Comey se negó a acceder a un pedido de Trump para que le jurara lealtad personal.
Trump despidió a James Comey en mayo de 2017, en medio de una investigación sobre posibles vínculos entre Rusia y su campaña presidencial. Recientemente, el Departamento de Justicia pareció reconocer que Comey está siendo investigado, aunque aún no está claro cuál sería el fundamento de esa pesquisa.
El Servicio Secreto incluso lo hizo seguir y rastreó la ubicación de su teléfono celular después de que publicara una imagen en redes sociales en mayo que, según los aliados de Trump, representaba una amenaza de asesinato al presidente.
No está claro si el despido de la fiscal estuvo motivado por su vínculo con James Comey o por su rol en la investigación del sensible caso Epstein. La única comunicación oficial que recibió fue un memorando que invocaba la facultad del presidente para remover funcionarios bajo el Artículo 2 de la Constitución.
Según reveló The New York Times, ella envió una advertencia a sus colegas por correo electrónico: “Si un fiscal de carrera puede ser despedido sin causa, el miedo podría influir en las decisiones de quienes permanecen. No permitan que eso suceda”, escribió. Y añadió que el miedo es la “herramienta de tirano, utilizada para reprimir el pensamiento independiente”.
El despido se produce en medio de la creciente polémica por el manejo del caso Epstein. En una nueva grieta dentro del Partido Republicano, tanto Trump como la fiscal general, Pam Bondi, siguen bajo presión del ala MAGA y de numerosos legisladores conservadores por haber cerrado la investigación sin publicar los documentos, como habían prometido. Incluso el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se rebeló y exigió “transparencia total”.
Bondi había asegurado que la supuesta “lista de clientes” de Epstein estaba sobre su escritorio, lista para ser revisada, lo que alimentó las expectativas de una inminente publicación. Sin embargo, ahora ella y otros funcionarios sostienen que tal lista —donde supuestamente figurarían nombres de poderosas figuras involucradas en los delitos de Epstein— en realidad no existe.
Se trata de una tormenta que Trump no ha logrado contener. Tan frustrado está que llegó a calificar de “cobardes” y “estúpidos” a quienes creen en lo que él considera un “engaño”, una trampa fabricada por los demócratas. Es la primera vez que el presidente cae víctima de una teoría conspirativa que él mismo contribuyó a alimentar. Y también, la primera vez que el mundo MAGA parece adquirir vida propia, desafiando incluso a su líder.
Según una encuesta de Reuters/Ipsos, el 69% de los estadounidenses cree que la administración oculta información sobre Jeffrey Epstein —quien fue amigo de Trump— y sobre los poderosos clientes de su red de tráfico sexual infantil.
Maurene Comey, hija del exdirector del FBI James Comey, procesó con éxito tanto a Epstein como a su cómplice Ghislaine Maxwell, quien fue condenada a 20 años de prisión. Su último caso fue contra el rapero Sean “Diddy” Combs, quien fue hallado culpable de delitos menores vinculados a la prostitución, pero absuelto de los cargos de tráfico sexual y crimen organizado.
Las recientes purgas en el Departamento de Justicia también alcanzaron a varios fiscales que participaron en la investigación del asalto al Capitolio, así como a quienes lideraban dos causas federales clave contra Trump: una por el intento de revertir los resultados de las elecciones de 2020, y otra por el manejo de documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago.
Mientras tanto, algunos de sus aliados vienen presionando para que el presidente nombre a un fiscal especial para investigar el caso Epstein. Pero la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, fue tajante este jueves: “El presidente no recomendará un fiscal especial en el caso de Epstein. Así es como se siente”.
Cuando se le preguntó por qué la administración no puede simplemente liberar más información de los archivos, Leavitt respondió que eso dependería del Departamento de Justicia, pero que si incluye datos del gran jurado, “un juez tendría que aprobarlo”. “Eso está fuera del control del presidente”, precisó la vocera.
También se le consultó por qué Trump considera ahora que el caso Epstein es un “engaño”. “El presidente se refería al hecho de que los demócratas ahora se han apoderado de esto, como si alguna vez quisieran transparencia sobre esto, lo cual es una sugerencia tonta”, dijo. Y agregó que los demócratas no “hicieron nada” cuando el expresidente Joe Biden estaba en el cargo.
Agencias AP y ANSA
 
															 
															 
															 
					 
							 
															
 
			
 
		 
		 
		