En San Juan se ha hecho popular un parecer, una apreciación, una estimación que corre por los circuitos económicos vinculados a la minería. Es la que da cuenta que con una población de casi 820 mil habitantes y una población económicamente activa de unas 240 mil personas, les faltará gente para emplear una vez que comiencen a producir los seis emprendimientos de cobre, oro, plata y molibdeno que tienen en carpeta. Con cierta malicia suelen gastar a los mendocinos con una definición enfática, no exenta de extrema realidad: “Vamos a tener que ir a buscar empleados a Mendoza, si es que antes no se produce una emigración de mendocinos a San Juan”, dicen.
Los comentarios se circunscriben a los ámbitos oficiales del Ministerio de Economía sanjuanino y al mundo de los empresarios que conforman la Cámara Minera de San Juan y otros grupos de estudio técnico y científico como el Grupo Sarmiento. Y tanto los funcionarios del gobierno vecino –hoy en línea y sintonía mucho más directa y aceitada en términos ideológicos y políticos con sus pares interprovinciales, con la llegada de Marcelo Orrego y Alfredo Cornejo a las respectivas gobernaciones–, como los privados, se preparan para desplegar una estrategia de desarrollo y crecimiento para los próximos años que de cumplirse aunque fuese en un porcentaje mínimo de expectativas –para algunos algo sobrevaloradas–, podrían convertir a San Juan en una suerte de meca a la que peregrinar, obligadamente o bien en tren de exploración de oportunidades de negocios para toda clase de pymes y profesionales mendocinos.
Un informe de Ricardo Martínez, de la Cámara Minera de San Juan, divulgado en las últimas horas, cuenta en detalle el comportamiento que tendrían seis proyectos mineros con recursos ya encontrados y comprobados una vez que ingresen en explotación. Con lo que se ha explorado, estos sanjuaninos, los de la cámara, entienden que en un lapso de 15 años de espera y por 40 años más, según lo que ha previsto la estimación de reservas, San Juan estaría en condiciones de producir una riqueza minera del orden de los 29 mil millones de dólares anuales, sólo en cobre, plata, oro y molibdeno.
En el Grupo Sarmiento, organismo que ha trascendido desde San Juan al resto del país reuniendo a expertos y analistas en temas mineros y energéticos–, aun reconociendo la veracidad de los datos de la cámara, han preferido ubicarse en un lugar y punto intermedio por aquello de evitar generar expectativas por demás porque al no cumplirse o demorarse terminan provocando profundas frustraciones. En el Sarmiento dicen que tomando sólo dos de los proyectos de cobre avanzado que tiene San Juan, ambos van a requerir una inversión de 8.700 millones de dólares. Durante los tres años de construcción, los yacimientos generarán ingresos para el país por unos 6 mil millones de dólares. Y agregan, según el trabajo que llevó adelante el miembro del grupo Mario Capello, un 70 por ciento de esa inversión estarían dirigidos a “salarios de calidad, pymes, proveedoras, impuestos para la provincia y para la nación”. Esta mirada –un poco más prudente que la que tiene la Cámara, pero de igual manera extravagante para los números que maneja la economía mendocina en un sentido integral–, se completa con la estimación que durante el período de operación, de 30 años, “Argentina exportará 520 mil toneladas de cobre por año por un valor de 6.250 millones de dólares, de los cuales 3.250 millones de dólares neto se invertirán en San Juan”. Impresionante.
El RIGI, que acaba de ser reglamentado por el gobierno de Javier Milei, podría apurar las inversiones en San Juan. Incluso ya se ha hecho una proyección del impacto que tendría en los seis emprendimientos bajo estudio bajando la presión impositiva.
En Mendoza, en tanto, recién ahora se ha comenzado un camino que debió emprenderse quince años atrás. No ha pasado desapercibido ese plan de capacitación docente que lanzó el gobierno en asuntos mineros y que despertó el interés al copar las primeras plazas (600) que había previsto en el arranque del plan. Probablemente Mendoza, con el paso del tiempo, logre resultados más firmes y confiables en eso de hallar la licencia social para la minería; incluso con más solidez que la obtenida en San Juan. Pero le corre en contra el tiempo y aquellos objetivos que se planteó el planeta años atrás de llegar al carbono emisión cero para el 2050. Es cierto que la invasión de Rusia a Ucrania trastocó el tablero mundial dejando sin gas a buena parte de Europa, hecho que ha retrasado el avance hacia las energías limpias y sustentables. El conflicto bélico, más el aporte de la pandemia del 2020 en la economía global, le han proporcionado a la Argentina una ventana de oportunidad para aprovechar la necesidad de los minerales críticos, el cobre y el litio, básicamente.
La cámara sanjuanina detalla la magnitud de cada uno de los proyectos en eso de los 29 mil millones de dólares que por año aportaría la minería todo apurado con la aparición del RIGI: Pachón, con 6.500 millones anuales; Azules, 2.600 millones; Altar, 4.500 millones; Josemaría, 5.000 millones; Filo del Sol, 8.000 millones y Luna Huasi con 2.500 millones.
Los sanjuaninos han proyectado, incluso, el ingreso de recursos impositivos y por regalías más el costo de producción de los mega proyectos, todo bajo el paraguas del RIGI. Por caso, calcularon que las empresas tendrán un impacto del 48 por ciento por los impuestos nacionales y provinciales que tendrán que tributar. Hablan de unos 534 millones de dólares en 40 años, lo que se distribuye en 13 millones de dólares por año para la nación y unos 2 millones de dólares para la provincia. En tanto que San Juan cobrará regalías (3%) por 33,3 millones de dólares en 40 años, lo que hace un poco más de 800 mil dólares por año. Los emprendimientos tendrán un costo de producción del 38 por ciento, lo que traducido en dólares da 422 millones en 40 años, unos 10,5 millones por año.
Mientras tanto en Mendoza, Cornejo se prepara para viajar el jueves 29 a Santiago de Chile. Una vez más participará como invitado a un encuentro de empresarios mineros con funcionarios de ambos países. Se trata del VII encuentro minero chileno-argentino a realizarse en la coqueta embajada argentina de Vicuña Mackenna al 45. Además de la ministra de Minería de Chile, Aurora Williams y del secretario de Minería de Argentina, Luis Lucero, disertarán representantes de Lundin, detrás de Josemaría y de McEwen Copper, con intereses puestos en Los Azules. ¿Con qué expectativas va Mendoza a ese encuentro? Según ha trascendido, la idea de Cornejo es dejar un dossier con las oportunidades que se abren en Mendoza al amparo del crecimiento de la minería en San Juan, el petróleo en Neuquén y todo lo que ha desarrollado Chile. Se trata de potenciales negocios vinculados a la infraestructura. El RIGI tiene previsto alentar inversiones en el área de la generación y transporte de energía, por caso. El desarrollo inminente de San Juan y lo que está en promesas embrionarias en Mendoza, requerirán energía que puede proveer Mendoza. A eso se sumaría el reflote del viejo tren proyectado para la mina de potasio de Malargüe en manos hoy de Minera Aguilar de José Luis Manzano. Construir el tren de cargas para sacar el mineral demandaría una inversión de 600 millones de dólares. Quizás, si alguien se llegara a interesar, podría valerse de los beneficios impositivos del RIGI. Se verá.
Volviendo a San Juan, esa locura de optimismo que parece haber envuelto al sector privado y público, los lleva a realizar odiosas comparaciones que comparten con quien los quiera escuchar. Entre ellas, se cuelan datos como este: el complejo minero chileno exporta por año 53.424 millones de dólares mientras que el complejo sojero, de maíz, trigo, girasol y cebada unos 38.901 millones de dólares también por año. Y allí dejan la información, para que por sí sola haga su trabajo.