Algo está pasando en los campamentos municipales del peronismo sanjuanino. En algunos en gestión, en la mayoría no te ilusiones. Es búsqueda espiritual. Resulta que varios intendentes, tras años de arrodillarse ante el dedo iluminado de turno, han decidido que es hora de buscar “dirigentes jóvenes» con ansias de triunfos inmediatos. Es así , como si fueran a encontrar uno en la góndola de los yogures light.
La cosa es así: ahora que el viejo patrón ya no reparte estampitas, muchos dirigentes iluminados locales —esos que no lideran ni el consorcio del barrio— se sienten llamados a refundar el movimiento. Algunos veinteañeros del propio PJ dicen, [«Estos dos se creen mezcla de Perón, Mandela y Steve Jobs, pero con WhatsApp lento y miedo a salir en cámara sin filtro»]. Los pibes andan como boy scouts sin brújula, buscando un líder “nuevo”, “fresco”, “distinto”… pero que no los opaque, que no los rete, que no les toque las ilusiones, y sobre todo: que no tenga mejores ideas que ellos para cagarlos de entrada, (cosa fácil, por otra parte, por la inexperiencia debido a la edad).
El casting es patético: quieren un líder que sea joven, pero con experiencia; que no tenga pasado, pero sí historia; que no moleste a nadie, pero emocione a todos. En resumen: un holograma carismático. Y si es del palo, mejor, aunque no muy alto en las encuestas, no vaya a ser cosa que después no les atienda el teléfono.
Mientras tanto, los mismos que piden renovación siguen dándole de comer a los dinosaurios del partido. Porque claro, una cosa es querer cambiar y otra muy distinta es quedarse sin el abrazo del T-Rex en épocas de frío político.
Lo curioso es que todos dicen lo mismo: “hay que construir un nuevo liderazgo”, como si eso se horneara en la cocina del peronismo en la calle 25 de mayo con una decisión partidaria y una placa para la abuela del cocinero. El problema no es la falta de liderazgos: es el miedo a perder el propio banquito de plaza. Nadie quiere soltar nada, pero todos quieren agarrar lo que venga.
Así va el peronismo sanjuanino: sin rumbo, sin conductor, y con un montón de choferes que no saben manejar, pero te explican cómo llegar a la Paula Albarracín y Libertador con una fotocopia del mapa de Rawson.
El “nuevo liderazgo” está más cerca de ser un mito que una persona. Y mientras lo buscan con lupa, el calendario avanza, el electorado se aburre, y la realidad, esa señora antipática, sigue gritando: “¡renuévense de verdad o los renuevan con los votos!”.