Alejandro Patricio Maraniello se ganó un lugar en el podio de la comedia judicial argentina. El hombre que prohibió que escuchemos los audios de Karina Milei es el mismo que acumula nueve denuncias en su haber, como si fueran figuritas del Mundial. Y ojo: cinco de esas son por acoso sexual. Sí, el juez que se preocupa por el “honor” ajeno parece haber hecho del suyo un chiste de mal gusto.
Hace un tiempo, sus empleados pidieron seguridad extra en el juzgado porque, según ellos, trabajar con Maraniello era como estar en un episodio de Mujeres Asesinas, pero versión “juez manoseador”. Hasta patrulleros tuvieron que mandar, como si el despacho fuese una comisaría con barra libre de denuncias.
El magistrado, por supuesto, lo niega todo y saca pecho con su currículum: “¡Tengo más de 20 libros publicados!”, si eso fuera importante Borges debería haber sido Papa. ¡Qué lástima que ninguno se titula Cómo no acosar a tu personal en 10 simples pasos!.
Mientras tanto, con total caradurez, dicta una medida cautelar para callar a los medios y tapar los audios de Karina Milei. Y la llama “protección institucional”. Traducción libre: “Acá el único que puede hacer ruido acosando soy yo”.
En conclusión, Maraniello es un juez con vocación de DJ: le baja el volumen a lo que no le conviene y sube su propio escándalo personal a todo lo que da. Justicia argentina, versión stand-up: censura para el la gente, pero desde ahora quilombo para el juez.