MIAMI.– La sucesión de Hugo Chávez dejó dudas sobre la capacidad de Nicolás Maduro para mantener cohesionado al chavismo sin el carisma del líder fundador. Sin embargo, casi doce años después, Maduro logró sostenerse en el poder sin fisuras visibles en su estructura interna, pese a enfrentar una de las crisis de legitimidad más profundas que haya atravesado un gobierno latinoamericano en tiempos recientes.
A su alrededor, se consolidó un núcleo de poder integrado por figuras históricas del chavismo: Cilia Flores, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino López y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez. Todos ellos, herederos políticos de Chávez, se mantuvieron como aliados fundamentales en la defensa y continuidad del proyecto oficialista.
Desde hace más de una década, este grupo ocupa posiciones claves dentro del aparato estatal y del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con fuerte influencia en la toma de decisiones.
Los cinco dirigentes están sometidos a sanciones personales por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, medidas que rechazan y denuncian como parte de una presión política externa.
“Primera combatiente”, así fue cómo Nicolás Maduro bautizó a su pareja, Cilia Flores, durante la campaña presidencial de 2013 en Venezuela, tras la muerte de Chávez.
Su gesto era un reconocimiento al hecho de que “Cilita” -como cariñosamente la llama- tuvo una carrera política propia que no solamente la distancia del rol tradicional de primera dama, sino que la convierte en una operadora política de peso.
“Maduro proyectaba mucho la imagen de Flores, como si pretendiera lanzarla como su relevo, pero eso no prendió”, señala Nícmer Evans, un politólogo venezolano que apoyó el proyecto chavista y ahora es crítico de Maduro. “Ella asumió replegarse en ese sentido, pero no perdió su poder”, agrega.
La vida de la abogada especializada en Derecho Penal y Laboral cambió cuando se unió al equipo de defensa legal de los militares que participaron en el fallido golpe de Estado encabezado por Chávez en 1992. Allí se incorporó al movimiento político de Chávez y conoció a Maduro.
Tras el triunfo electoral de Chávez en 1998, Flores ocupó importantes cargos. Fue electa diputada en el año 2000 y, en 2006 se convirtió en la primera mujer en presidir la Asamblea Nacional, sucediendo a Maduro en ese puesto.
Chávez la nombró Procuradora General de la República en 2012, cargo en el que permaneció hasta la muerte del mandatario en marzo de 2013. Fue primera vicepresidenta del PSUV y desde 2015 ha sido diputada a la Asamblea Nacional. También fue parte de la polémica Asamblea Nacional Constituyente electa en 2017, en unos comicios en los que no participó la oposición.
En septiembre de 2018, fue sujeta a sanciones por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de E.UU., que también vigila a otros miembros de su familia.
En 2019, Washington sancionó a sus tres hijos (Walter, Yosser y Yoswal Gavidia Flores), así como a su sobrino Carlos Erik Malpica Flores por considerarlos piezas clave para que el empresario colombiano Alex Saab y su socio Álvaro Enrique Pulido Vargas tuvieran acceso a funcionarios venezolanos “permitiéndoles pagar los sobornos exigidos para obtener contratos gubernamentales”.
Malpica ocupó los cargos de Tesorero Nacional y de vicepresidente de finanzas de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), entre otros. La OFAC levantó las sanciones en su contra en 2022, en el marco del diálogo entre Washington y el gobierno de Maduro.
Además, dos sobrinos de Flores, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, fueron condenados en 2017 en Nueva York a cumplir 18 años de cárcel por narcotráfico. Ambos fueron indultados y liberados en 2022 gracias a un acuerdo entre los gobiernos de Biden y Maduro a cambio de siete estadounidenses encarcelados en Venezuela.
La noche del 8 de diciembre de 2012, cuando Hugo Chávez anunció a los venezolanos que debía viajar a Cuba para someterse a una nueva operación contra el cáncer, Diosdado Cabello estaba sentado a su derecha y Maduro a su izquierda. Allí, el fallecido mandatario designó a Maduro como el escogido para sucederle. Desde entonces, Cabello es visto como el número 2 del chavismo.
Durante años Cabello fue visto como uno de los líderes chavistas ideológicamente más próximos a la derecha, más próximo al “nacionalismo militar” que a la izquierda revolucionaria.
Cabello no siempre fue socialista, de acuerdo con el politólogo Nícmer Evans. “Mientras Chávez en 2005 dice que se va a construir el socialismo en Venezuela, Cabello era gobernador y tardó dos años en pronunciar la palabra socialismo en algún discurso”, dice Evans.
Siendo teniente, Cabello participó en el golpe fallido de Chávez de febrero de 1992. Por ese alzamiento pasó 22 meses preso hasta que fue beneficiado por una amnistía declarada por el entonces presidente Rafael Caldera.
Desde la llegada del chavismo al poder, Cabello ocupó numerosos cargos de importancia, incluyendo su reciente designación como ministro de Interior y Justicia.
Cabello era vicepresidente ejecutivo durante el breve golpe de Estado ocurrido el 11 de abril de 2002, por lo que le correspondió ocupar la presidencia durante unas horas hasta que Chávez fuera repuesto en el poder.
Cabello también fue ministro de la Secretaría de la Presidencia, ministro de Infraestructura, gobernador del estado Miranda, presidente de la Asamblea Nacional, así como presidente de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente electa en 2017, en unos comicios en los que no participó la oposición.
Mucho se especuló sobre una supuesta rivalidad entre Cabello y Maduro. Pero Cabello lo negó y, en varias ocasiones, dijo que él y Maduro son hermanos por ser -políticamente- “hijos de Chávez”.
“Diosdado no articula nada que no coordine con Maduro. Esto no quiere decir que no tengan diferencias, él entiende cuándo le corresponde estar subordinado, lo que hace que se dificulte mucho la posibilidad de que esa cúpula se pueda quebrar por ahí”, señala Evans.
También fue visto como un hombre con influencia en los cuarteles, aunque los analistas señalan que esta mermó en los últimos años, debido al pase a retiro en 2020 de los oficiales de su promoción.
El oficialista PSUV, del que es primer vicepresidente, es visto como su otra fuente de poder.
En 2018, fue sancionado por el Departamento del Tesoro de EE.UU. -por su involucramiento en el tráfico de drogas, lavado de dinero, malversación de fondos, entre otros cargos-, al igual que su hermano José David Cabello y su esposa Marleny Josefina Contreras Hernández.
En 2020, el gobierno de EE.UU. ofreció una recompensa de US$10 millones por información que lleve al arresto de Cabello, al que señalan de pertenecer al llamado “Cartel de los soles”. Este enero, aumentaron el monto hasta los US$25 millones.
Maduro nombró a Vladimir Padrino López en octubre de 2014 y más de diez años después, este general en jefe aún ocupa ese puesto, lo que le convierte en uno de los ministros de Defensa que más tiempo ha estado en funciones en toda la historia de Venezuela.
Padrino fue una pieza importante durante el breve golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002, pues en aquel entonces comandaba una unidad de blindados acantonada en Fuerte Tiuna (Caracas), que no aceptó unirse al levantamiento.
En julio de 2012, Chávez lo ascendió a segundo comandante del Ejército y jefe del Estado Mayor. En un desfile militar Padrino se refirió a los soldados como “patriotas, bolivarianos, socialistas, antiimperialistas, revolucionarios, adiestrados y equipados para asumir el sagrado deber de la defensa de la nación”.
En su perfil de X se describe como “soldado bolivariano, decidido y convencido de seguir construyendo la patria socialista”.
Maduro lo ascendió a general en jefe en 2013 y en 2014 llegó al ministerio de la Defensa.
Según explica Sebastiana Barráez, periodista venezolana especialista en el tema militar, “cuando llega Padrino había muchos grupos de poder dentro de la institución castrense y éste fue minimizando esos conflictos internos, armonizando a la Fuerza Armada”. “Ese mérito es lo que le permite mantenerse como ministro de la Defensa después de diez años, sin resistencia dentro de la Fuerza Armada”, agrega.
Con Maduro en la presidencia y Padrino en el ministerio de Defensa, los militares en Venezuela se vieron cada vez más implicados en áreas distintas a la seguridad de la nación y ganaron espacios dentro del gobierno, al punto que más de un tercio del gabinete estuvo integrado por militares activos o retirados.
En 2016, Maduro creó una empresa de los militares –Camimpeg– que tiene facultades legales para explotar, buscar y distribuir petróleo. También les otorgó el control del llamado Arco Minero, una zona en el sur del país que contiene una de las mayores reservas auríferas del mundo.
En cuanto al nivel de influencia que ejerce Padrino dentro de la institución castrense, el politólogo Nícmer Evans afirma: “La Fuerza Armada hoy es Padrino López y Padrino López es Maduro”.
Rodríguez se convirtió en una figura reconocida en 2003 cuando como rector del Consejo Nacional Electoral (CNE) jugó un rol central en la organización del referendo para revocar el mandato de Chávez. Rodríguez presidía la Junta Nacional Electoral, órgano clave para esa votación que terminó con un triunfo de Chávez.
La oposición inició el proceso en 2003, pero recién en 2004 se realizó el referendo. Muchos analistas consideran que la tardanza en convocar a las urnas fue fundamental para que Chávez recuperara la popularidad perdida a través de la creación de los programas de ayuda sociales conocidos como misiones.
Luego de ese triunfo electoral de Chávez, Rodríguez asumió la presidencia del CNE por dos años y, en 2007, Chávez lo nombró como vicepresidente ejecutivo de la República. Desde entonces, el médico psiquiatra es un referente dentro del chavismo.
Siendo estudiante en la Universidad Central de Venezuela llegó a ser presidente de la Federación de Centros de Estudiantes. Fue alcalde de Caracas durante nueve años, ministro de Comunicación y, en la actualidad, es presidente de la Asamblea Nacional.
Junto a su hermana, Delcy Rodríguez, fueron militantes de la Liga Socialista, un movimiento de izquierda revolucionaria fundada por su padre a finales de la década de 1960 y ambos son de los principales operadores del gobierno de Maduro.
Jorge Rodríguez lideró las delegaciones del gobierno de Maduro que en los últimos años negociaron tanto con la oposición como con gobiernos extranjeros.
Es considerado como el estratega electoral del chavismo y fue jefe del comando de campaña de Maduro de cara a los comicios del 28 de julio.
Algunos analistas perciben a Rodríguez como el potencial relevo de Maduro. “Es la figura intelectual que le queda a Maduro después de una fuga de capacidad intelectual como consecuencia del devenir autocrático del sistema”, dice Evans. “No tengo ninguna duda de que mantiene la aspiración presidencial”, añade.
La actual vicepresidenta ejecutiva, que hace unos meses sumó a su lista de cargos el de ministra del Petróleo, llegó por primera vez al gabinete cuando ocupó el ministerio del Despacho de la Presidencia durante el gobierno de Chávez.
Pero tras la llegada de Maduro, ocupó numerosas posiciones en la cima del Poder Ejecutivo, siendo ministra de Comunicación e Información, ministra de Economía y canciller. También fue la primera presidenta de la polémica Asamblea Nacional Constituyente electa en 2017.
“Delcy trabaja en dúo con su hermano. Ella es más operativa”, dice Evans. Egresada como abogada de la Universidad Central de Venezuela, Rodríguez cursó luego estudios de Derecho Laboral y Sindical en Francia.
El fallecimiento de su padre habría influido en su acercamiento a la política. “La revolución bolivariana, la llegada del comandante Hugo Chávez, fue nuestra venganza personal”, dijo en una entrevista en 2018.
Rodríguez es una de los altos funcionarios venezolanos sobre quienes la UE impuso sanciones debido a las violaciones de los derechos humanos y al deterioro de la democracia en Venezuela. También fue sancionada por el Tesoro de EE.UU., medidas que ella misma denunció como “extorsivas”.
Por Ángel Bermúdez

