El país está desconcertado. José López, reapareció esta semana en el Aeropuerto de Río Gallegos rumbo a Buenos Aires, y lo más impactante no fue su regreso a Comodoro Py… sino que ¡viajó sin equipaje!
Sí, leyó bien: ni un bolso, ni un fajo, ni siquiera una bolsita de Free Shop con un Toblerone trucho. La decepción fue total. Los fanáticos esperaban al menos una mochila con dos o tres milloncitos para rememorar aquella escena mística de 2016, cuando intentó beatificar billetes tirándolos en un convento con monjas que no sabían si estaban en una misa o en “¿Quién quiere ser millonario?”.
Vestido con discreción fúnebre (negro de pies a cabeza, como para su propio velorio judicial), José caminaba por el aeropuerto masticando chicle con la intensidad de quien mastica remordimientos. O dólares falsos. O quizás el ticket de la fianza de 85 millones que ya debe estar vencido como yogur en frasco de vidrio.
Según testigos, escroleaba el celular como quien busca desesperado un vuelo directo a Qatar sin escalas en Ezeiza. Un periodista lo encaró, pero él respondió con una sonrisa que decía “no tengo un dólar encima, pero sí varios adentro… del recuerdo”.
¿El motivo del viaje? Volver a presentarse ante la Justicia por la causa Vialidad. Porque la Corte Suprema ya confirmó lo que todos sabíamos desde que vimos esos bolsos volando como palomas de la paz: que no era un malentendido, era una coreografía de choreo profesional.
Dicen que Cristina no lo puede ni ver. No por traidor, sino por torpe: si al menos hubiera tirado los bolsos en el Río de la Plata y no en un convento con cámaras de seguridad, hoy seguiría dando conferencias sobre “Obras Públicas Invisibles”.
López, que fue un De Vido Boy de la primera hora, ahora vuelve a su cuna: Ezeiza. No por nostalgia, sino porque le toca. Esta vez, sin arrepentimientos ni GPS truchos. Lo esperan con mate cocido tibio, cama cucheta y varios compañeros de banda sonora.
Próximamente en esta sala: “López Reloaded: el regreso del hombre sin bolsos”
Una tragicomedia nacional. Clasificación: apta para todo político corrupto con miedo a las cámaras de seguridad.