¡Ah, La Serena! Ese paraíso costero chileno que seduce a los sanjuaninos con su brisa marina, sus playas doradas y… su fama infame de «cementerio de autos» argentinos. Porque si hay algo que un sanjuanino lleva consigo al cruzar la cordillera, además de dos termos con mate y cinco kilos de carne, es un miedo atroz a que su querido Fiat 600 termine viviendo su retiro forzoso en un desarmadero clandestino de Coquimbo.
La historia es siempre la misma: llegás a La Serena, te acomodás en el Airbnb y, antes de sacarte los zapatos, lo primero que hacés es mirar por la ventana. No para admirar el mar, no señor, sino para verificar si tu auto sigue ahí. Y, por las dudas, ya lo habías asegurado con un «sistema antirrobo artesanal» que incluye: traba volante, traba pedal, traba palanca de cambios y, si te queda tiempo, una estampita de San Expedito pegada en el parabrisas. Más vale prevenir que andar mendigando repuestos en Mercado Libre.
Ni hablar de la logística que implica elegir dónde estacionar. Primero, descartás cualquier calle que no tenga un policía, un perro guardián o, en el mejor de los casos, un viejito sentado en la vereda. Segundo, si lográs encontrar un estacionamiento pago, hacés un pacto de sangre con el cuidador, quien, con un tono solemne, te dice: «No se preocupe, jefe, acá nunca pasa nada». Pero vos igual no te confiás. «¿Y si le saco las ruedas?», pensás, ya en modo paranoico.
Cuando cae la noche, la paranoia se transforma en terror absoluto. Cada vez que escuchás un ruido extraño, saltás de la cama como un resorte y, en pijama, abrís la cortina. Si ves que tu auto está intacto, suspirás aliviado. Si no, bueno… ahí empieza el rosario de insultos en todos los idiomas que conocés (y algunos que inventás en el momento).
Al final, lo más irónico de todo es que, por cuidarlo tanto, terminás disfrutando menos las vacaciones. Mientras tu familia está feliz en la playa, vos estás sudando en el asiento del auto, «haciéndote el que lo estás lavando» pero en realidad montando guardia como si estuvieras en la frontera.
Pero tranquilo, sanjuanino. Al final del viaje, cuando cruces la cordillera de vuelta y veas que tu auto sigue entero, te vas a sentir un héroe. Porque sobrevivir con el auto intacto a unas vacaciones en La Serena es, sin dudas, una hazaña digna de medalla. Y de un buen seguro todo riesgo para la próxima. 🌊🚗🔒