Y ahí estaban. Como dos extras de una serie que nadie pidió. Pablo Echarri y Ignacio Copani, versión siglo XXI de Pimpinela militante, se presentaron en Constitución a darle apoyo espiritual, artístico y chamuyístico a Cristina Kirchner, flamante beneficiaria del combo judicial “prisión domiciliaria + tobillera bluetooth”.
Pablo, con su ceño fruncido marca registrada y la remera “CFK o muerte (actuada)”, declaró con emoción digna de novela turca que la tobillera “hizo que el pueblo peronista se pusiera de pie”. Sí, Pablo. Se pusieron de pie… pero para irse. Porque ni el peronista más ciego se traga que una condena por corrupción es motivo de fiesta.
Eso no es épica. Es delivery de impunidad con aplauso de actor frustrado.
A su lado, como salido de un acto escolar de 2007, apareció Copani. Sí, el trovador eterno del kirchnerismo que sigue cantando “Cuántas minas que tengo” como si fuera gracioso, y que ahora se rebautizó como el Charly García de Comodoro Py. Copani no fue a cantar, pero igual desafinó: dijo que Cristina es una “víctima del lawfare” y que hay que “defenderla como a la patria”. Alguien le quiso explicar que la patria no tenía bolsos ni hoteles en El Calafate, pero se atragantó con el pancho y la gaseosa.
Entre los dos armaron un show. Un acto más triste que teatro independiente con subsidio vencido. Una mezcla entre “Esperando a Cristina” y “Dos tontos muy comprometidos”. Echarri lloraba, Copani filosofaba, y la tobillera de Cristina ya tenía más rating que ellos.
Y mientras los fiscales contaban millones y la Corte ratificaba condenas, estos dos seguían recitando discursos como si todavía estuviéramos en el 2012, cuando la cadena nacional era la Biblia K y Copani componía hits para la muchachada camporista que ahora está más desaparecida que la inflación del INDEC.
No es militancia. Es nostalgia con peaje de ridiculez. Es como ver a dos Titanic Boys tocando el violín mientras el barco se hunde. Solo que en este caso, el agua no llega al cuello… porque están flotando sobre una montaña de causas judiciales.