Un reciente estudio de la Universidad de Ámsterdam revela que las personas que viven en el campo son más felices que aquellas que residen en las ciudades.
Este análisis, que abarca datos de 156.000 personas mayores de 40 años en el Reino Unido, se centra en las decisiones de vida y la felicidad en diferentes entornos: ciudad, campo y suburbios.
La investigación destaca que, a pesar de que la mayoría de la población tiende a mudarse a las ciudades en busca de mejores ingresos, la felicidad se encuentra en las áreas rurales.
«Los que viven en grandes ciudades tienen un ingreso promedio más alto, pero los que residen en ciudades más pequeñas son más felices», se menciona en el informe. Esto sugiere que «la plata no es la felicidad», a pesar de que el porcentaje de personas que vive en ciudades ha aumentado del 10% en 1910 a un 68% proyectado para 2050.
Los oyentes aportaron sus experiencias sobre este fenómeno. Claudio, que se mudó a las sierras de Córdoba, indicó: «No vuelvo más a la capital provincial. La tranquilidad que se vive acá es incomparable».
Por otra parte, Gisela comparte su perspectiva sobre la importancia de la cercanía a servicios de salud: «Nos mudamos a la ciudad más cercana por cuestiones de salud. Mi hijo necesita rehabilitación diaria y era más cómoda la ciudad».
La pandemia influyó en estas decisiones, ya que muchas personas han optado por vivir en áreas más tranquilas. «A pesar de estar a pocos kilómetros de la ciudad, se siente como si estuvieras en el campo», señaló otro oyente, reflejando la tendencia de buscar espacios más abiertos y menos congestionados.
Este análisis invita a reflexionar sobre la relación entre el lugar de residencia y la calidad de vida, planteando la pregunta: ¿por qué, si la mayor felicidad se encuentra en el campo, las personas continúan trasladándose a las ciudades?
La respuesta podría estar en la búsqueda de oportunidades laborales y la necesidad de servicios, que en muchos casos prevalecen sobre el deseo de vivir en un entorno más pacífico.