Después de años de soñar con billetes que crujían debajo del colchón como hojas secas en otoño, llegó el momento: los dólares no declarados ahora pueden salir a la luz sin que nadie se escandalice (ni te mande un mail de la AFIP).
En San Juan, las inmobiliarias están más felices que político en acto con choripán gratis. ¿La razón? Tres medidas del gobierno de Javier Milei que podrían revivir ese mercado más quieto que suegra en misa.
Tres medidas y un colchón lleno de esperanza:
- Se pueden usar dólares del colchón sin pedir perdón ni confesarse. Sí, ahora podés agarrar esos billetes con olor a naftalina y gastarlos en ladrillos, sin que nadie pregunte de dónde salieron ni cuánto tiempo estuvieron “descansando”.
- Eliminan el COTI (Código de Oferta de Transferencia de Inmueble). Era ese trámite que, si la propiedad superaba los 60 millones de pesos, había que declarar como si estuvieras traficando uranio. Ahora, libre como el viento.
- Chau a los informes notariales pesados. Menos papelerío, más negocio.
El que tiene dólares, compra. El que no, mira vidrieras.
En la Cámara Inmobiliaria de San Juan, dicen que se viene un boom de ventas de inmuebles usados, porque el m² nuevo se fue a las nubes… y sin escalera. «Tenemos muchas propiedades esperando dueño», lanzó, mientras ojeaba un catálogo con más departamentos que excusas en campaña.
Algunos comisionistas también sacaron el optimismo del armario: “El precio está bajo, la oferta es alta, y los que estaban dudando ahora no tienen excusa. ¡Es hoy, inversor!”
¿Invertir en ladrillos? Suena mejor que guardarlos en la media.
La rentabilidad de una propiedad en alquiler ronda el 7 u 8% anual. Y con el nuevo régimen de alquileres a la carta —donde podés pactar plazo, índice y hasta qué canal de cable se paga—, comprar para alquilar es como tener una vaca lechera… pero en versión inmueble.
Las empresas constructoras creen que los precios de los usados están regalados. El 93% del mercado es usado. El resto, edificios nuevos que vendemos casi a precio de costo. Esperamos que los materiales bajen… o que venga un milagro”.
Con los nuevos aires libertarios, los dólares del colchón dejaron de ser tabú. Ahora son moneda corriente en las inmobiliarias, que se frotan las manos y afilan las calculadoras.
¿Moral de la historia? Si guardaste billetes bajo el colchón, dejá de preocuparte por las polillas y salí a comprar.