Lo hizo como le gusta: víctima, mártir y con la lágrima lista para la cámara de Canal 9 Litoral. “Si vuelvo a la Argentina, sé que mi destino será la cárcel de Ezeiza”, dijo con tono épico, como si lo esperara un pelotón de fusilamiento y no una celda con TV por cable y comida de catering.
A Kueider lo detuvieron cruzando el Puente de la Amistad con más dólares que un casino flotante: 211.102 verdes, $646.000 pesos devaluados y casi 4 millones de guaraníes (equivalentes a dos empanadas en Asunción). Pero él asegura que fue todo un “malentendido”. Aparentemente, llevar una valijita llena de billetes es una nueva forma de turismo vivencial.
Para la justicia paraguaya, el ex senador cometió contrabando. Para él, cometió amor: “Quiero volver a ver a mis hijos, no me estoy fugando de nada”, declaró, mientras acariciaba los barrotes del decorado. También culpó a los medios por su imagen “condenatoria”. Claro, los periodistas ahora también tienen poderes judiciales y pueden dictar prisión preventiva con una foto mala.
El mejor momento llegó cuando Kueider le tiró dardos a la jueza Arroyo Salgado, diciendo que su eventual detención sería un «capricho». Porque nada dice “respeto la ley” como cruzar fronteras con una montaña de guita escondida entre las medias y luego quejarse de que te quieren meter preso.
Pero no todo está perdido: Kueider todavía sueña con volver a la política. “En política nadie muere”, dijo, confirmando que en la Argentina el reciclaje de imputados es más eficiente que el de residuos. Por ahora no será candidato —afirma— porque “no es tan caradura”. ¿La buena noticia? Todavía hay esperanza: puede que dentro de un año se anime a serlo. Porque si algo caracteriza a esta fauna es la memoria corta y la cara de piedra.
Así que atentos: si lo ves en 2027 encabezando una lista, no te sorprendas. Total, como dijo el filósofo contemporáneo Edgardo Kueider: “Esto va a culminar en buen término”. Y si no, siempre le quedará Ezeiza. Con o sin custodia.