A veces la política argentina se parece mucho a una comedia tropical: tiene protagonistas impresentables, escenarios paradisíacos y guiones que harían sonrojar a una telenovela venezolana. Esta vez, la protagonista excluyente del culebrón es la intendenta de Valle Viejo, Susana Zenteno, que faltó al acto patrio del 25 de mayo porque –según informó su equipo al Concejo Deliberante– sufrió una «indisposición sobreviniente».
Pero no era un resfrío. Ni una lumbalgia. Ni una lipotimia causada por los precios del supermercado. No. La señora estaba indispuesta para gobernar pero perfectamente dispuesta para tirarse en una reposera en Bayahibe, República Dominicana, con agua turquesa en los pies y daiquiri en mano. Porque gobernar es difícil, pero tirarse en la arena mientras el pueblo revuelve polenta es más fácil que entrar al boliche con apellido.
Y no fue sola. Fue con su hija, Marianela Sosa Zenteno, recientemente nombrada como directora de Acción Social del municipio. Un cargo que, al parecer, incluye inspecciones visuales de pobreza internacional desde el Caribe.
A la joven Marianela la defendieron diciendo que “representa a una nueva generación de jóvenes peronistas comprometidos con la gestión pública”. Bueno, en Bayahibe habrá tomado nota de cómo gestionan los resorts con todo incluido. Experiencia de campo, le dicen.
Mientras tanto, en Valle Viejo, la pobreza sigue clavada en más del 36% y la indigencia en el 8%. Pero claro, para los Zenteno el único viejo que importa es el Valle Viejo All Inclusive, con desayuno buffet, mojito vespertino y excusas médicas con redacción de consultorio trucho.
Ahora bien, ¿qué es una «indisposición sobre viniente»? En criollo, es lo que decís cuando no querés ir a trabajar y no te animas a decir la verdad. Es el «me duele el estómago» de toda la vida, pero con el lenguaje rebuscado del ñoqui diplomado.
Y como todo gran sainete criollo, el problema no fue el viaje en sí. Total, la corrupción ya no indigna, apenas aburre. El problema fue la pulsión por mostrarse. Porque si no subían el videíto a Instagram bailando al ritmo del Caribe, nadie se enteraba. Pero el ego no se toma vacaciones. Ahí están, con filtro de piña colada, demostrando que el peronismo también tiene su versión tropical y con vuelo directo.
El pueblo con hambre y la intendente con pulserita del hotel.
¡Qué viva la Patria, pero desde la sombra de la palmera!