En la vida, hay pasos de baile que no se corrigen ni con el mejor coreógrafo, y Javier Riveros parece haber dado uno directo al abismo. De ser la cara visible de “Riveros Luna Compañía de Danza” a ser señalado como el protagonista de un drama judicial
Mientras que en el escenario se lucía con elegancia y precisión, fuera de él parece haber ensayado un guion muy distinto. Las redes sociales comenzaron a encenderse la semana pasada con denuncias de abuso que lo acusaban de algo más grave que un mal paso: violación y abuso de poder. Y, como suele suceder, los rumores de escraches finalmente se materializaron en una denuncia formal en la UFI CAVIG. ¿La acusación? Un acto de ninguna coreografía
Entre la confianza y el abuso
La denuncia de la mujer de 30 años describe un escenario perturbador: un director que utilizó su posición de poder para construir un vínculo de confianza, solo para romperlo de la peor manera. Según la acusación, Riveros no solo fue un director; Fue un manipulador profesional que pasó de los mensajes amistosos a llevarla, con excusas que harían sonrojar a un guionista de telenovelas, a un hotel donde ocurrió el presunto abuso.